SALMOS DE SALOMON - (apócrifo pseudoepigráfico)
SALMOS DE SALOMÓN
(apócrifo pseudoepigráfico)
por A. Piñero Sáenz
1
1 Clamé al Señor en mi angustia extremada, a Dios cuando me
asaltaron los pecadores.
2 De repente oí fragor de guerra ante mí. [Me dije:] el
Señor me escuchará porque soy justo de verdad.
3 Pensaba en mi corazón que era justo de verdad, porque me
veía floreciente y era rico en hijos.
4 Su riqueza se repartía por toda la tierra, y su gloria
hasta los confines de la tierra.
5 Se elevaron hasta los astros; dijeron: No caeremos.
6 Rodeados de riquezas se comportaron arrogantemente, y nada
soportaron.
7 Pecaban a escondidas, pero yo no lo sabía.
8 Sus iniquidades superaban las de los gentiles que les
precedieron, profanaron repetidamente el santuario del Señor.
2
Salmo de Salomón. Acerca de Jerusalén
1 Henchido de orgullo, el pecador derribó con su ariete los
sólidos muros, y Tú no lo has impedido.
2 Subieron a tu altar pueblos extranjeros, lo pisotearon
orgullosamente con sus sandalias.
3 Porque los hijos de Jerusalén han mancillado el culto del
Señor, profanaron con sus impurezas las ofrendas a la divinidad.
4 Por ello ha dicho Dios: Arrojadlas lejos de mí; en ellas
no me complazco.
5 La hermosura de su gloria nada fue ante Dios, Él la
despreció totalmente.
6 Sus hijos e hijas son arrastrados en penosa esclavitud,
sellado está su cuello, marcado entre los gentiles.
7 Según sus pecados les retribuyó Dios, por eso los entregó
en manos de los vencedores.
8 Apartó su rostro para no apiadarse de ellos, del joven,
del anciano, de los hijos... de todos a la vez, para no escucharlos, porque
todos a una obraron mal.
9 El cielo se irritó, y la tierra los aborreció, porque
ningún hombre había procedido como ellos.
10 Entonces reconoció la tierra que tus sentencias son
justas, oh Dios.
11 Expusieron a los hijos de Jerusalén al ludibrio por sus
fornicaciones; todos los caminantes entraban allí a la luz del día.
12 Bromeaban con sus iniquidades según las iban perpetrando,
a la luz del día exhibían sus impiedades.
13 Las hijas de Jerusalén son impuras según tu sentencia,
porque se mancillaron en promiscuas uniones;
14 mi corazón y mis entrañas sufren por ello.
15 Yo reconozco tu justicia, oh Dios, con sencillo corazón,
porque tu gracia, oh Dios, se muestra en tus sentencias.
16 Porque retribuiste a los pecadores según sus obras, según
sus pecados, graves en extremo.
17 Desvelaste sus pecados para que resplandeciera tu
sentencia, borraste su memoria de la tierra.
18 Dios es juez justo y no hace distinción de personas.
19 Afrentaron los gentiles a Jerusalén con sus pisadas,
afearon la belleza de su trono glorioso.
20 Se cubrió de saco en vez de atuendo esplendoroso, puso
una cuerda en torno a su cabeza en vez de una corona.
21 Se despojó de la mitra gloriosa con la que Dios le había
tocado, deshonrados yacen sus adornos, arrojados a tierra.
22 Lo vi e imploré al Señor con estas palabras: Basta,
Señor, de hacer pesar tu mano sobre Jerusalén, conduciendo contra ella a los
gentiles.
23 Porque la han maltratado y no escatimaron su rabia ni su
ira furibunda. Acabarán con ella, si Tú, Señor, no los rechazas airado.
24 Porque no obraron por celo, sino por pasión; para verter
su ira contra nosotros, expoliándonos.
25 No tardes, oh Dios, en devolver el mal sobre sus cabezas,
para trocar en deshonra el orgullo del dragón.
26 No esperé mucho tiempo a que Dios mostrara su insolencia
degollada en las colinas de Egipto,
despreciada como lo más baladí del mar y de la tierra.
27 Su cadáver era mecido por las olas con gran ignominia, no
había quien lo enterrase, porque Él lo aniquiló vergonzosamente.
28 No reflexionó que era sólo un hombre, no había pensado en
el final.
29 Habló así: Soy el dueño del mar y de la tierra; pero no
cayó en la cuenta de que Dios es el Grande, el Fuerte, por su tremendo poderío.
30 Él es el rey de los cielos, el que juzga a reyes y
príncipes.
31 Él me eleva a la gloria y sume a los orgullosos en eterna
y deshonrosa perdición, porque no le conocieron.
32 Mas ahora, grandes de la tierra, considerad la sentencia
del Señor, porque es un rey grande y justo quien juzga lo que hay bajo el
cielo.
33 Alabad a Dios los que, sabiamente, sois fieles al Señor,
porque su misericordia se pronuncia a favor de los que son fieles,
34 para distinguir entre el justo y el pecador, y para
retribuir a los inicuos por siempre según sus obras,
35 para liberar misericordiosamente al justo de su
humillación ante el pecador, y devolver a éste lo que hizo con el justo.
36 Porque bueno es el Señor para los que le invocan con
paciencia, para obrar con sus santos según su misericordia, para que
permanezcan siempre ante Él llenos de fuerza.
3
Salmo de Salomón sobre los justos.
1 ¿Por qué duermes, alma mía, y no alabas al Señor? Entonad
un himno nuevo al Dios digno de alabanza.
2 Canta y mantente vigilante en su servicio, porque agradable
a Dios es el himno nacido de un buen corazón.
3 Los justos conservan siempre vivo el recuerdo del Señor y
reconocen la rectitud de sus sentencias.
4 El justo no se enoja por la reprensión del Señor; su
complacencia está siempre en Él.
5 El piadoso ha tropezado, pero confiesa que el Señor es
justo; cayó, pero considera lo que Dios hará por él, y otea de dónde le vendrá
su salvación.
6 La seguridad de los justos procede de Dios su salvador; no
se amontonarán en la casa del justo pecados sobre pecados.
7 El justo vigila siempre su casa para erradicar la
injusticia que brotó de su caída.
8 Expía su ignorancia con el ayuno y la humildad de su
espíritu; entonces el Señor justifica al varón justo y a su casa.
9 Tropezó el pecador y maldijo su existencia, el día de su
nacimiento y los dolores de su madre.
10 Acumuló pecado sobre pecado durante su vida; cayó, no se
levantará, pues su caída es mala.
11 La perdición del pecador es para siempre, de él no se
acordará Dios cuando visite a los justos,
12 ésta es la suerte del pecador para siempre. Mas los que
son fieles al Señor resucitarán para la vida eterna; su vida, en la luz del
Señor, no cesará nunca.
4
Apóstrofe de Salomón contra los hipócritas.
1 ¿Por qué tú, profano, te sientas en el consejo de los
piadosos, si tu corazón está lejos del Señor, si exasperas al Dios de Israel
con tus iniquidades?
2 Descomedido en palabras, abundante en gestos más que
todos, severo en sus discursos al condenar a los pecadores en el juicio.
3 Su mano, como llena de celo, se levanta la primera contra
ellos. Pero él mismo es reo de múltiples pecados y excesos.
4 Sus ojos se posan sobre toda mujer sin distinción; su
lengua es mentirosa en los contratos bajo juramento.
5 Por la noche y en lo oculto peca como si Dios no le viera,
con sus ojos propone a todas las mujeres perversos contactos; es rápido en
entrar en cualquier casa con inocente sonrisa.
6 Castigue Dios a quienes viven hipócritamente entre los
justos con la corrupción de su cuerpo y la pobreza en su vida.
7 Desvele Dios la obra de los aduladores; sean objeto de
irrisión y ludibrio sus acciones.
8 Proclamen justa los santos la sentencia de su Dios, cuando
arranque a los pecadores de la presencia del justo, a los aduladores, que hablan
de la Ley con engaño.
9 Sus ojos se fijan en cualquier casa firmemente
establecida, como una serpiente, para confundir la sabiduría de su prójimo con
impíos discursos.
10 Sus palabras son sofismas para realizar sus perversos
deseos, no se retira hasta que logra dispersar a los justos como huérfanos.
11 Deja desierta la casa por su ilícita apetencia, siembra
el engaño con sus palabras, porque no hay quien vea y juzgue.
12 Cuando queda allí ahíto de injusticia, sus ojos se
dirigen a otra casa, para corromperla con palabras zalameras;
13 su alma, como el Hades, no se sacia con ello.
14 Señor, sea la deshonra la suerte de los tales, sus idas,
entre sollozos, y entre maldiciones sus venidas.
15 Transcurra su vida, Señor, entre dolores, pobreza y
estrechez; su sueño, entre penas, y su despertar, en angustias.
16 Huya el sueño de sus sienes por la noche, todas las obras
de sus manos fracasen en la deshonra;
17 entre en su casa con las manos vacías, falte en su casa
todo lo que le daría satisfacción;
18 transcurra su vejez solitaria, sin hijos, hasta la
muerte;
19 desgarren las fieras las carnes de los aduladores y los
huesos de los impíos queden al sol, deshonrados.
20 Arranquen los cuervos los ojos de los hipócritas, porque
asolaron deshonrosamente muchas mansiones y las han reducido a la nada con sus
deseos.
21 No se acordaron de Dios, ni le temieron al obrar de ese
modo, irritaron a Dios y lo exasperaron.
22 Que Él los borre de la tierra, porque engañaron con sus
sofismas las almas inocentes.
23 Felices los que son fieles al Señor en su inocencia. El
Señor los salvará de hombres dolosos y pecadores y nos librará a nosotros de
todo escándalo impío.
24 Elimine Dios a los que cometen, orgullosos, toda clase de
desafueros, porque juez supremo y poderoso es el Señor nuestro Dios por su
justicia.
25 Venga, Señor, tu misericordia sobre todos los que te
aman.
5
Salmo de Salomón.
1 Señor Dios, alabaré tu nombre con júbilo entre los que
conocen la rectitud de tus sentencias.
2 Porque Tú eres bueno y misericordioso, refugio de pobres;
cuando clame hacia Ti no te apartes en silencio.
3 Nadie puede despojar al poderoso; ¿quién tomará algo de lo
que creaste si Tú no se lo das?
4 Porque el hombre y su suerte ante Ti están en la balanza;
nada puede añadirse a lo que decidiste, oh Dios.
5 En nuestra angustia invocaremos tu socorro, y Tú no
rechazarás nuestra súplica porque eres nuestro Dios.
6 No hagas pesar tu mano sobre nosotros, para que no
delincamos bajo su agobio.
7 Aunque Tú no nos tornes a Ti, no nos alejaremos sino que
iremos hacia Ti.
8 Si siento hambre, a Ti clamaré, oh Dios, y me darás
alimento.
9 A las aves y peces Tú alimentas, dispensando lluvia a los
páramos para que brote la hierba.
10 Preparaste el alimento en el páramo a todo viviente, si
sienten hambre hacia Ti elevan su rostro.
11 Tú nutres, oh Dios, a los reyes, príncipes y pueblo; la
esperanza del pobre e indigente, ¿cuál es sino Tú, Señor?
12 Tú les prestarás oídos, porque ¿quién es indulgente y
bueno sino Tú, que alegras el alma del pobre abriendo tu mano misericordiosa?
13 La bondad del hombre es escasa e interesada, si da dos
veces sin protestar es maravilla.
14 Pero tu don es abundante, lleno de bondad y riqueza, y el
que en Ti pone su esperanza no andará falto de bienes.
15 Sobre toda la tierra se extiende tu misericordia y tu
bondad.
16 Feliz aquel de quien Dios se acuerda otorgándole comedida
suficiencia, pues si abunda en riquezas el hombre peca.
17 Es suficiente un bienestar moderado con justicia; la
bendición del Señor a eso conduce: a la satisfacción dentro de la justicia.
18 Alégrense en sus bienes los que son fieles al Señor, y
venga su bondad sobre Israel junto con su reino.
19 Bendita sea la gloria del Señor porque Él es nuestro Rey.
6
Con esperanza. (Salmo) de Salomón.
1 Feliz el hombre cuyo corazón está presto a invocar el
nombre del Señor; al recordar el nombre del Señor se salvará.
2 Sus caminos están encauzados por el Señor, y protegidas
las obras de sus manos por el Señor su Dios.
3 La visión de malos ensueños no perturbará su alma, el
vadear ríos o el oleaje del mar no le asustarán.
4 Al levantarse de su descanso bendice el nombre del Señor;
entona un himno al Nombre de su Dios agradeciéndole la firmeza de su corazón,
5 e implora el favor del Señor sobre toda su casa; el Señor
escucha la súplica de todos los que le son fieles.
6 Cualquier ruego de un alma que en Él confía lo cumple el
Señor. Bendito el Señor que derrama su misericordia sobre los que le aman de
verdad.
7
(Salmo) de Salomón. Sobre la conversión.
1 No plantes tu tienda lejos de nosotros, oh Dios, no sea
que nos asalten quienes nos odian sin motivo.
2 Los has rechazado, oh Dios, no posen, pues, su pie en tu
santa heredad.
3 Corrígenos según tu voluntad, pero no nos entregues a los
gentiles.
4 Aunque envíes la muerte, a ella le darás Tú ordenes sobre
nosotros.
5 Eres misericordioso, por eso tu irritación no llegará al
punto de acabar con nosotros.
6 Si tu Nombre habita entre nosotros, obtendremos
misericordia y no prevalecerán sobre nosotros los gentiles.
7 Tú eres nuestro protector, te invocaremos y Tú nos
escucharás.
8 Tendrás piedad del pueblo de Israel para siempre y no lo
rechazarás.
9 Nos someteremos a tu yugo por siempre y a tu férula
correctora.
10 Nos dirigirás a la vez que nos socorres, para apiadarte
de la casa de Jacob el día que les prometiste.
8
(Salmo) de Salomón. Epinicio.
1 Aflicción y clamor de guerra ha escuchado mi oído, la voz
de la trompeta que convoca a matanza y destrucción.
2 Voz de gran gentío como viento huracanado, como torbellino
de fuego que avanza por el desierto.
3 Me preguntaba: ¿cuándo lo juzgará Dios?
4 Un griterío oí en Jerusalén, ciudad santa.
5 Se quebrantaron mis riñones al escucharlo; se paralizaron
mis rodillas, temió mi corazón, se agitaron mis huesos como el lino.
6 Me dije: ¡Orientan sus caminos en la justicia!
7 He reflexionado sobre los juicios de Dios desde la
creación del cielo y de la tierra; reconocí la justicia de Dios en sus
sentencias desde siempre.
8 Desveló el Señor sus pecados a la luz del día, reconoció
toda la tierra que los juicios de Dios son justos.
9 En ocultas cavernas perpetraban sus iniquidades
provocadoras, se revolvían el hijo con la madre y el padre con la hija.
10 Fornicaba cada uno con la mujer de su prójimo, hacían
pactos con juramentos sobre ello.
11 Se apoderaron del santuario de Dios como si no existiera
heredero que lo reivindicara.
12 Se acercaban al altar del Señor tras toda clase de
impurezas; durante el flujo menstrual mancillaban las víctimas como si de
carnes profanas se tratara.
13 ¡No hubo pecado que no cometieran más que los gentiles!
14 Por ello les infundió Dios un espíritu de confusión, les
dio a beber una copa de vino puro hasta embriagarlos.
15 Condujo desde los confines del orbe al que golpea
terriblemente; decretó la guerra contra Jerusalén y su tierra.
16 Salieron a su encuentro los próceres del país con
alegría; le dijeron: Bendita sea tu venida; ven, entra en paz.
17 Allanaron los caminos escabrosos antes de su entrada;
abrieron las puertas de Jerusalén, cubrieron de coronas sus murallas.
18 Entró en paz, como padre en casa de sus hijos, posó sus
pies con gran seguridad.
19 Tomó los torreones y la muralla de Jerusalén, porque Dios
lo condujo con seguridad, por el desvarío de aquéllos.
20 Hizo perecer a sus magnates y a los sabios del Consejo,
vertió la sangre de los habitantes de Jerusalén como agua sucia.
21 Deportó a su hijos e hijas, que habían engendrado en la
profanación.
22 Habían perpetrado iniquidades como sus padres,
mancillaron a Jerusalén y el culto al Nombre del Señor.
23 Los pueblos de la tierra reconocieron que Dios había
dictado justa sentencia; mas sus santos son como corderos inocentes en medio de
los malvados.
24 Alabado sea el Señor que juzga toda la tierra con
justicia.
25 Ahora, oh Dios, nos has mostrado tu sentencia enteramente
justa; han visto nuestros ojos tus juicios, oh Dios.
26 Hemos proclamado y honrado eternamente la justicia de tu
Nombre, porque Tú eres un Dios justo que juzga a Israel para corregirle.
27 Dirige de nuevo, oh Dios, tu misericordia hacia nosotros,
y ten piedad.
28 Reúne a la diáspora de Israel con misericordia y bondad,
porque tu fidelidad mora entre nosotros.
29 Hemos endurecido nuestra cerviz, pero Tú eres nuestro
corrector.
30 No nos mires desdeñosamente, Dios nuestro, no sea que nos
devoren las gentes como si no hubiera salvador.
31 Mas Tú eres nuestro Dios desde el principio, y en Ti está
nuestra esperanza, Señor.
32 No nos alejaremos de Ti, porque son benévolas tus sentencias
sobre nosotros.
33 Permanezca tu complacencia sobre nosotros y nuestros
hijos por siempre, Señor, salvador nuestro, y jamás sufriremos turbación.
34 Alabado sea el Señor por sus sentencias en boca de sus
santos, y repose la bendición de Dios sobre Israel por siempre.
9
(Salmo) de Salomón. Como refutación.
1 Cuando Israel fue conducido al exilio, a tierra extraña,
tras abandonar al Señor su salvador, se vio arrojado de la heredad que le
otorgó Dios;
2 Israel quedó disperso entre los pueblos, según la palabra
del Señor. Para que se reconozca que actuaste justamente, oh Dios, con nuestras
impiedades, porque Tú eres juez justo con todos los pueblos de la tierra.
3 No escapará a tu conocimiento nadie que obre injustamente;
las obras rectas de los santos ante Ti están, Señor. ¿Dónde podrá sustraerse el
hombre a tu conocimiento?
4 Según la elección y capacidad de nuestras almas, así son
nuestras acciones, que proceden justa o injustamente con las obras de nuestras
manos. Y Tú, por tu parte, examinarás a los hijos de los hombres con justicia.
5 El que obra justamente atesora su vida ante el Señor, pero
el injusto provoca la perdición de su alma, pues las sentencias del Señor son
justas, sobre cada hombre o casa.
6 ¿Con quiénes te mostrarás bondadoso, oh Dios, sino con los
que invocan al Señor? Tú purificarás de sus pecados al alma convicta y confesa,
porque por ello la vergüenza ha caído sobre nosotros.
7 ¿A quiénes perdonarás los pecados sino a los pecadores? Bendecirás
a los justos y no les exigirás cuenta de sus transgresiones, pues tu bondad
reposa sobre los pecadores arrepentidos.
8 Tú eres el Dios y nosotros el pueblo que amas; mira y
apiádate, Dios de Israel, porque tuyos somos; no apartes tu misericordia de
nosotros para que no nos asalten.
9 Tú escogiste la descendencia de Abrahán entre todos los
pueblos, e impusiste tu Nombre sobre nosotros, Señor, no nos rechaces por
siempre.
10 Estableciste una alianza con nuestros padres sobre
nosotros, y en Ti esperamos con nuestras almas convertidas.
11 Permanezca la misericordia del Señor sobre la casa de
Israel por siempre jamás.
10
Himno. De Salomón.
1 Feliz el hombre de quien se acuerda el Señor para
corregirle y al que ha apartado del mal camino con su férula, para purificarle
de sus pecados y evitar que sigan aumentando.
2 El que ofrece su espalda a los latigazos quedará
purificado, pues el Señor es benevolente con quienes soportan la corrección.
3 Él rectificará los caminos de los justos y no los desviará
con su corrección. La misericordia del Señor permanece sobre los que le aman de
verdad.
4 Se acordará el Señor de sus siervos con misericordia; la
prueba del Testamento eterno está en la Ley, testimonio del Señor sobre los
caminos de los hombres, a quienes vigila.
5 Justo y santo es siempre nuestro Señor en sus sentencias;
Israel alabará el nombre del Señor con gozo.
6 Los santos proclamarán su alabanza en las reuniones del
pueblo; de los pobres se apiadará Dios entre la alegría de Israel.
7 Porque bueno y misericordioso es el Señor por siempre y
las asambleas de Israel glorificarán el nombre del Señor.
8 La salvación del Señor sea sobre la casa de Israel para
eterno regocijo.
11
Salmo de Salomón. Para la espera.
1 Tocad en Sión la trompeta para señal de los santos,
proclamad en Jerusalén las palabras del gozoso mensajero, porque Dios se ha
apiadado de Israel, visitándolo.
2 Sube a un altozano, Jerusalén, y contempla a tus hijos, de
Oriente y Occidente llegan, congregados por el Señor.
3 Desde el Norte vienen llenos de la alegría de su Dios, de
las lejanas islas los ha congregado Dios.
4 Rebajó las altas montañas para allanarles el camino, las
colinas huyeron ante su presencia.
5 Los bosques les dieron sombra a su paso; Dios hizo brotar para
ellos árboles aromáticos,
6 para que pase Israel cuando lo visite la gloria divina.
7 Revístete, Jerusalén, de tus gloriosos atavíos, prepara tu
santo atuendo, porque Dios ha prometido bienes a Israel para siempre jamás.
8 Cumpla Dios lo que ha prometido a Israel y Jerusalén,
levante el Señor a Israel por su glorioso Nombre.
9 Permanezca la misericordia del Señor sobre Israel por
siempre.
12
Salmo de Salomón. Contra la lengua de los impíos.
1 Señor, sálvame del impío y del malvado, de la lengua del
inicuo y maldiciente, del que profiere engaños y mentiras.
2 De arteros circunloquios están llenas las palabras que
profiere la lengua del malvado, son como el fuego, que hace brillar su
hermosura en medio del pueblo.
3 Cuando está presente prende fuego a las casas con lengua
mentirosa; abate los frondosos árboles con llama impía, enreda a las familias
en rencillas por obra de labios calumniosos.
4 Oh Dios, aleja de los inocentes los labios de los impíos
condenándolos a la miseria; dispérsense los huesos de los maldicientes lejos de
los que permanecen fieles al Señor; perezca en el fuego lejos de los santos la
lengua calumniadora.
5 Proteja el Señor al alma pacífica que odia la injusticia,
y dirija los pasos del varón que pone paz en su casa.
6 Sea la salvación del Señor sobre Israel, su siervo, para
siempre; perezcan de una vez los pecadores lejos del rostro del Señor, pero
hereden sus promesas los santos del Señor.
13
Salmo de Salomón. Consuelo de los justos.
1 La diestra del Señor me ha protegido, la diestra del Señor
me ha salvado.
2 El brazo del Señor nos libró de la espada ya blandida, del
hambre y de la muerte de los pecadores.
3 Fieras terribles se lanzaron contra ellos, con sus dientes
desgarraron sus carnes, con sus molares quebrantaron sus huesos;
4 mas de todo nos salvó el Señor.
5 Quedó turbado el piadoso por sus transgresiones, temiendo
ser atrapado con los pecadores.
6 Porque terrible es la ruina del pecador, pero no alcanzan
al justo sus consecuencias.
7 No es semejante la corrección del justo, por su
ignorancia, a la ruina del pecador.
8 Con moderación corrige Dios a los justos, para que no se
regocijen los malvados con ellos.
9 Reprenderá al justo como a un hijo amado; su corrección,
como la de un primogénito.
10 Perdonará el Señor a sus santos, y con el castigo borrará
sus transgresiones.
11 La vida de los justos es eterna, pero los pecadores serán
arrebatados para la destrucción, y no se conservará su memoria.
12 Mas sobre los santos permanece la misericordia del Señor,
y sobre los que le son fieles, su misericordia.
14
Himno de Salomón.
1 Fiel es el Señor con los que le aman de verdad, con los
que aceptan su corrección,
2 con los que caminan cumpliendo sus mandatos en la Ley con
que ha ordenado nuestra vida.
3 Los santos del Señor vivirán por ella para siempre, el
paraíso del Señor y el árbol de la vida son sus santos.
4 Su tronco tiene firmes raíces para siempre, no serán
arrancadas mientras dure el cielo,
5 porque el lote y la heredad de Dios es Israel.
6 Pero no es así para los pecadores e impíos, que prefieren
lo pasajero de un día junto con sus pecados.
7 Circunscriben sus deseos a la brevedad de la corrupción,
sin acordarse de Dios.
8 Pues los caminos de los hombres siempre están patentes
ante Él, y conoce los arcanos del corazón antes de que se hagan realidad.
9 Por ello la herencia de los pecadores es el Hades, la
tiniebla y la perdición; no se les encontrará en el día de la misericordia
sobre los justos.
10 Mas los santos del Señor heredarán una vida llena de
alegría.
15
Salmo de Salomón, con canto.
1 En mi aflicción invoqué el nombre del Señor; confié en el
auxilio del Dios de Jacob y quedé a salvo, porque Tú, oh Dios, eres la
esperanza y el refugio de los pobres.
2 Pues ¿quién es fuerte, oh Dios, si no proclama tus
grandezas con verdad? ¿Qué puede el ser humano si no alaba tu Nombre?
3 Un salmo nuevo, entonado con gozo del corazón, fruto de
los labios, del órgano armonioso de la lengua, primicia de los labios, de un
corazón santo y justo...
4 El que obra así no se verá nunca agitado por el mal; el
llameante fuego y la ira contra los injustos no le tocarán,
5 cuando salgan de la presencia del Señor contra los
pecadores, para aniquilar la sustancia misma de los impíos.
6 Porque la señal de Dios reposa sobre los justos para su
salvación.
7 Hambre, espada y muerte están lejos de los justos; huirán
de ellos como los perseguidos en la batalla.
8 Mas perseguirán a los pecadores y les darán alcance, no
escaparán del juicio de Dios los ejecutores de la iniquidad.
9 Serán apresados como por aguerridos enemigos, pues el
signo de la perdición está marcado sobre su frente.
10 La herencia de los pecadores es perdición y tinieblas,
sus iniquidades los perseguirán hasta lo profundo del Hades.
11 Su herencia no pasará a sus hijos, pues las
transgresiones arrasan las casas de los pecadores.
12 Perecerán para siempre el día del juicio del Señor,
cuando visite Dios la tierra para juzgarla.
13 Pero los fieles al Señor hallaran misericordia y vivirán
por la benevolencia de su Dios; mas los pecadores perecerán para siempre.
16
Himno de Salomón. Para socorro de los santos.
1 Cuando mi alma dormitaba, apartada del Señor, poco faltó
para que resbalara hacia la perdición de los que duermen lejos de él.
2 Poco faltó para que desembocara mi alma en la muerte,
cerca de las puertas del Hades en compañía del pecador,
3 cuando me veía arrastrado lejos del Dios de Israel. Así
habría sucedido si el Señor no me hubiera socorrido con su eterna misericordia.
4 Me espoleó, como el aguijón al caballo, para despertarme a
su servicio; mi redentor y protector me salvó en todo momento.
5 Proclamaré tu alabanza, oh Dios, porque me ayudaste para
salvarme, no me incluiste entre los pecadores destinados a la perdición.
6 No apartes tu misericordia de mí, oh Dios, ni tu recuerdo
de mi corazón hasta la muerte.
7 Apártame por la fuerza, oh Dios, del inicuo pecado, de la
mala mujer que hace tropezar a los necios.
8 No me seduzca la hermosura de la mujer impía, ni nada de
lo que me presente el inútil pecado.
9 Dirige hacia Ti mis acciones y vigila mi conducta para que
proceda siempre acordándome de Ti.
10 Reviste mi lengua y mis labios de palabras verdaderas;
aparta lejos de mí la ira y el furor irracional.
11 Si pecare, lejos de mí la murmuración y el decaimiento de
la aflicción, cuando me incites a la vuelta con tu castigo.
12 Conforta mi alma con una alegría complaciente; cuando
fortalezcas mi alma me bastarán tus dones.
13 Porque si no me robusteces, ¿quién soportará el castigo
de la miseria,
14 cuando reproches a mi alma su error, por medio del
castigo de su corrupción, cuando la pruebes en su carne y con la aflicción de
la pobreza?
15 Pero si el justo se mantiene firme en esas pruebas
obtendrá la misericordia del Señor.
17
Salmo de Salomón, con canto. Para el Rey.
1 Señor, Tú eres nuestro rey por siempre jamás; en Ti, oh
Dios, se gloriará nuestra alma.
2 ¿Cuánto se extiende la vida del hombre sobre la tierra?
Mientras dura, en ella pone su esperanza.
3 Pero nosotros esperamos en Dios nuestro salvador, porque
el poder de nuestro Dios es eterno y misericordioso; su reinado y sus
sentencias se mantienen siempre sobre los pueblos.
4 Tú, Señor, escogiste a David como rey sobre Israel; Tú le
hiciste juramento sobre su posteridad, de que nunca dejaría de existir ante Ti
su casa real.
5 Por nuestras transgresiones se alzaron contra nosotros los
pecadores; aquellos a quienes nada prometiste nos asaltaron y expulsaron, nos
despojaron por la fuerza y no glorificaron tu honroso Nombre.
6 Dispusieron su casa real con fausto cual corresponde a su
excelencia, dejaron desierto el trono de David con la soberbia de cambiarlo.
7 Pero Tú, oh Dios, los derribas y borras su posteridad de
la tierra, suscitando contra ellos un extraño a nuestra raza.
8 Según sus pecados los retribuyes, oh Dios, se encuentran
con lo que sus obras merecen.
9 Dios no se apiadó de ellos; buscó su descendencia y no
dejó ni uno solo.
10 Justo es el Señor en las sentencias que dicta sobre la
tierra.
11 Desierta de habitantes ha dejado el impío nuestra tierra;
hicieron desaparecer al joven, al anciano, a los niños.
12 En el calor de su ira los envió hasta Occidente, a los
magnates de la tierra los entregó para ludibrio y no los perdonó.
13 El enemigo obró orgullosamente en su barbarie, pues su
corazón es ajeno a nuestro Dios.
14 Cuanto hizo en Jerusalén, lo hizo como los gentiles en
las ciudades de sus dominios.
15 Pero los herederos de la alianza dominaron sobre ellos,
en medio de la mezcolanza de gentiles; no había entre ellos en Jerusalén quien
practicara la misericordia y la verdad.
16 Los rehuyeron quienes aman la comunidad de los santos,
como gorriones volaron de sus nidos.
17 Erraron por los desiertos para proteger sus almas del
mal; preciosa era a los ojos de los refugiados una vida libre de su contacto.
18 A toda la tierra alcanzó su dispersión por obra de los
impíos, porque rehusó el cielo derramar la lluvia sobre la tierra.
19 Se habían detenido las fuentes que siempre fluyen desde
las simas de las altas montañas, porque no había entre ellos quien practicara
la justicia y la equidad.
20 Desde el prócer al villano, todos viven en pecado, el rey
en impiedades, el juez en la infidelidad y el pueblo en la iniquidad.
21 Míralo, Señor, y suscítales un rey, un hijo de David, en
el momento que tú elijas, oh Dios, para que reine en Israel tu siervo.
22 Rodéale de fuerza, para quebrantar a los príncipes
injustos, para purificar a Jerusalén de los gentiles que la pisotean,
destruyéndola,
23 para expulsar con tu justa sabiduría a los pecadores de
tu heredad, para quebrar el orgullo del pecador como vaso de alfarero,
24 para machacar con vara de hierro todo su ser, para
aniquilar a las naciones impías con la palabra de su boca,
25 para que ante su amenaza huyan los gentiles de su
presencia y para dejar convictos a los pecadores con el testimonio de sus
corazones.
26 Reunirá (el Rey) un pueblo santo al que conducirá con
justicia; gobernará las tribus del pueblo santificado por el Señor su Dios.
27 No permitirá en adelante que la injusticia se asiente
entre ellos, ni que habite allí hombre alguno que cometa maldad, pues sabrá que
todos son hijos de Dios.
28 Los dividirá en sus tribus sobre la tierra; el emigrante
y el extranjero no habitará más entre ellos;
29 juzgará a los pueblos y a las naciones con justa
sabiduría. (Pausa.)
30 Obligará a los pueblos gentiles a servir bajo su yugo;
glorificará al Señor a la vista de toda la tierra, y purificará a Jerusalén con
su santificación, como al principio,
31 para que vengan las gentes desde los confines de la
tierra a contemplar su gloria, trayendo como dones a sus hijos, privados de su
fuerza, para contemplar la gloria del Señor, con la que Dios la adornó.
32 Él será sobre ellos un Rey justo, instruido por Dios; no
existe injusticia durante su reinado sobre ellos, porque todos son santos y su
Rey es el ungido del Señor.
33 No confiará en caballos, jinetes ni arcos; ni atesorará oro
y plata para la guerra, ni el día de la batalla acrecentará sus esperanzas la
multitud de sus guerreros.
34 El Señor es su Rey. Su esperanza es la del fuerte que
espera en Dios. Se apiadará de todas las naciones que vivan ante Él con
religioso temor.
35 Golpeará la tierra continuamente con la palabra de su
boca, pero bendecirá al pueblo del Señor con sabiduría y gozo.
36 El Rey mismo estará limpio de pecado para gobernar un
gran pueblo, para dejar convictos a los príncipes y eliminar a los pecadores
con la fuerza de su palabra.
37 No se debilitará durante toda su vida, apoyado en su
Dios, porque el Señor lo ha hecho poderoso por el espíritu santo, lleno de
sabias decisiones, acompañadas de fuerza y justicia.
38 La bendición del Señor está sobre él en la fuerza, no
sentirá debilidad.
39 Su esperanza está puesta en el Señor, ¿quién podrá contra
él?
40 Es fuerte en sus actos y poderoso en su fidelidad a Dios,
apacentando el rebaño del Señor con justicia y fidelidad. No le permitirá a
ninguno flaquear mientras es apacentado.
41 Conducirá a todos en la rectitud, y no habrá en ellos
orgullo para oprimir a los demás.
42 Tal es la majestad del Rey de Israel, la que dispuso Dios
suscitar sobre la casa de Israel para corregirla.
43 Sus palabras son más acrisoladas que el oro
apreciadísimo; en las asambleas juzgará las tribus del pueblo santificado; sus
palabras son como palabras de santos en un pueblo santificado.
44 Felices los que nazcan en aquellos días, para contemplar
la felicidad de Israel cuando Dios congregue sus tribus.
45 Apresure Dios sobre Israel su misericordia, líbrenos de
la inmundicia de enemigos impuros.
46 El Señor es nuestro Rey para siempre jamás.
18
Salmo de Salomón. De nuevo sobre el Ungido del Señor.
1 Señor, tu misericordia permanece por siempre sobre las
obras de tus manos; tu bondad con grandes dones está sobre Israel.
2 Tus ojos los contemplan y nada les faltará; tus oídos
escuchan la esperanzada súplica del pobre.
3 Tus sentencias se ejecutan en toda la tierra con
misericordia, y tu amor reposa en la descendencia de Abrahán, los hijos de
Israel.
4 Tu corrección nos llega como a hijo primogénito y único,
para apartar al alma dócil de la necia ignorancia.
5 Purifique Dios a Israel para el día de la misericordia y
la bendición, para el día de la elección, cuando suscite a su Ungido.
6 Felices los que nazcan en aquellos días, para contemplar
los bienes que el Señor procurará a la generación futura,
7 bajo la férula correctora del Ungido del Señor, en la
fidelidad a su Dios; con la sabiduría, la justicia y la fuerza del Espíritu,
8 para dirigir al hombre hacia obras justas en la fidelidad
a su Dios, para ponerlos a todos en presencia del Señor,
9 como una generación santa que vive en la fidelidad a su
Dios en momentos de misericordia. (Pausa.)
10 Grande es nuestro Dios y glorioso el que habita en los
cielos, que ordenó su camino a las luminarias para la determinación de las
horas, de día en día, y no se apartan del camino que les has señalado.
11 Fieles a Dios, recorren cada día su camino, desde el día
en que Dios las creó, perpetuamente.
12 No se desviaron desde el día de su creación, desde las
antiguas generaciones no se apartaron de sus caminos, salvo cuando Dios se lo
mandó por orden de sus servidores.