LA PROSCRIPCIÓN DEL JUDAÍSMO Y EL COMIENZO DE LA GUERRA
SANTA
(167-166 a. C.)
CAPÍTULO 1
Alejandro Magno y sus sucesores
1:1 Alejandro de Macedonia, hijo de Filipo, partió del país
de Quitím, y después de derrotar a Darío, rey de los persas y los medos, reinó
en lugar de él, en primer lugar sobre la Hélade.
1:2 Libró muchas batallas, conquistó plazas fuertes y dio
muerte a reyes de la tierra.
1:3 Avanzó hasta los confines del mundo y saqueó una
multitud de naciones. La tierra enmudeció en su presencia y por eso su corazón
se ensoberbeció y se llenó de orgullo.
1:4 Reunió un ejército poderosísimo, y sometió provincias,
naciones y dinastías, que le pagaron tributo.
1:5 Después cayó enfermo y, comprendiendo que iba a morir,
1:6 convocó a sus generales, a los nobles que se habían
educado con él desde su juventud y, antes de su muerte, repartió entre ellos su
reino.
1:7 Alejandro murió después de reinar doce años,
1:8 y sus generales se hicieron cargo del gobierno, cada uno
en su propia región.
1:9 Apenas murió, todos se ciñeron la corona, y sus hijos
los sucedieron durante muchos años, llenando la tierra de calamidades.
Antíoco IV Epífanes y la helenización de Palestina
1:10 De ellos surgió un vástago perverso, Antíoco Epífanes,
hijo del rey Antíoco, que había estado en Roma como rehén y subió al trono el
año ciento treinta y siete del Imperio griego.
1:11 Fue entonces cuando apareció en Israel un grupo de
renegados que sedujeron a muchos, diciendo: "Hagamos una alianza con las
naciones vecinas, porque desde que nos separamos de ellas, nos han sobrevenido
muchos males".
1:12 Esta propuesta fue bien recibida,
1:13 y algunos del pueblo fueron en seguida a ver al rey y
este les dio autorización para seguir las costumbres de los paganos.
1:14 Ellos construyeron un gimnasio en Jerusalén al estilo
de los paganos,
1:15 disimularon la marca de la circuncisión y, renegando de
la santa alianza, se unieron a los paganos y se entregaron a toda clase de
maldades.
La victoria de Antíoco IV en Egipto
1:16 Cuando Antíoco se sintió seguro de su poder, proyectó
apoderarse también de Egipto, para gobernar sobre ambos reinos.
1:17 Entonces entró en Egipto con un poderoso ejército, con
carros, elefantes, caballería y una gran flota.
1:18 Allí atacó a Tolomeo, rey de Egipto. Este retrocedió
ante él y huyó, dejando muchos muertos.
1:19 Antíoco ocupó las ciudades fortificadas de Egipto y
saqueó todo el país.
1:20 Después de derrotar a Egipto, emprendió el camino de
regreso, el año ciento cuarenta y tres, y subió contra Israel, llegando a
Jerusalén con un poderoso ejército.
La profanación del Templo de Jerusalén
1:21 Antíoco penetró arrogantemente en el Santuario y se
llevó el altar de oro, el candelabro con todas sus lámparas,
1:22 la mesa de los panes de la ofrenda, los vasos para las
libaciones, las copas, los incensarios de oro, el cortinado y las coronas, y
arrancó todo el decorado de oro que recubría la fachada del Templo.
1:23 Tomó también la plata, el oro, los objetos de valor y
todos los tesoros que encontró escondidos.
1:24 Cargó con todo eso y regresó a su país, después de
haber causado una gran masacre y de haberse jactado insolentemente.
1:25 Una gran consternación se extendió por todo Israel.
1:26 Gimieron los jefes y los ancianos,
languidecieron las jóvenes y los jóvenes,
la belleza de las mujeres se marchitó.
1:27 El recién casado entonó
un canto fúnebre;
sentada en el lecho nupcial,
la esposa estuvo de duelo.
1:28 Tembló la tierra por sus habitantes,
y toda la casa de Jacob
se cubrió de vergüenza.
La ocupación de Jerusalén
1:29 Dos años después, el rey envió a las ciudades de Judá
un recaudador de impuestos, que se presentó en Jerusalén con un poderoso
ejército.
1:30 Él les habló amistosamente, pero con la intención de
engañarlos, y después que se ganó su confianza, atacó sorpresivamente a la
ciudad y le asestó un terrible golpe, causando numerosas víctimas entre los
israelitas.
1:31 Luego saqueó la ciudad, la incendió, y arrasó sus casas
y la muralla que la rodeaba.
1:32 Sus hombres tomaron prisioneros a las mujeres y a los
niños y se adueñaron del ganado.
1:33 Después, levantaron en torno a la Ciudad de David una
muralla alta y resistente, protegida por torres poderosas, y la convirtieron en
su Ciudadela.
1:34 Allí establecieron un grupo de gente impía, sin fe y
sin ley, que se fortificó en ese lugar.
1:35 Lo proveyeron de armas y víveres, y depositaron allí el
botín que habían reunido en el saqueo de Jerusalén. Así se convirtieron en una
permanente amenaza.
1:36 Esto llegó a ser una asechanza
para el Santuario,
una cruel y constante hostilidad
para Israel.
1:37 Derramaron sangre inocente
alrededor del Templo
y profanaron el Lugar santo.
1:38 A causa de ellos, huyeron
los habitantes de Jerusalén
y la Ciudad se convirtió
en una colonia de extranjeros:
se volvió extraña
para los que nacieron en ella
y sus propios hijos la abandonaron.
1:39 Su Santuario quedó devastado
como un desierto,
sus fiestas se transformaron en duelo,
sus sábados en motivo de burla
y su honor en desprecio.
1:40 Tan grande fue su vergüenza
como lo había sido su gloria,
y su grandeza dio paso a la aflicción.
El decreto de Antíoco IV
1:41 El rey promulgó un decreto en todo su reino, ordenando
que todos formaran un solo pueblo
1:42 y renunciaran a sus propias costumbres. Todas las
naciones se sometieron a la orden del rey
1:43 y muchos israelitas aceptaron el culto oficial,
ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado.
1:44 Además, el rey envió mensajeros a Jerusalén y a las
ciudades de Judá, con la orden escrita de que adoptaran las costumbres extrañas
al país:
1:45 los holocaustos, los sacrificios y las libaciones
debían suprimirse en el Santuario; los sábados y los días festivos debían ser
profanados;
1:46 el Santuario y las cosas santas debían ser mancillados;
1:47 debían erigirse altares, recintos sagrados y templos a
los ídolos, sacrificando cerdos y otros animales impuros;
v48 los niños no debían ser circuncidados y todos debían
hacerse abominables a sí mismos con toda clase de impurezas y profanaciones,
1:49 olvidando así la Ley y cambiando todas las prácticas.
1:50 El que no obrara conforme a la orden del rey, debía
morir.
1:51 En estos términos escribió a todo su reino. Además
nombró inspectores sobre todo el pueblo, y ordenó a las ciudades de Judá que ofrecieran
sacrificios en cada una de ellas.
La ejecución del decreto y la persecución religiosa
1:52 Mucha gente del pueblo, todos los que abandonaban la
Ley, se unieron a ellos y causaron un gran daño al país,
1:53 obligando a Israel a esconderse en toda clase de
refugios.
1:54 El día quince del mes de Quisleu, en el año ciento
cuarenta y cinco, el rey hizo erigir sobre el altar de los holocaustos la
Abominación de la desolación. También construyeron altares en todos las
ciudades de Judá.
1:55 En las puertas de las casas y en las plazas se quemaba
incienso.
1:56 Se destruían y arrojaban al fuego los libros de la Ley
que se encontraban,
1:57 y al que se lo descubría con un libro de la Alianza en
su poder, o al que observaba los preceptos de la Ley, se lo condenaba a muerte
en virtud del decreto real.
1:58 Valiéndose de su fuerza, se ensañaban continuamente
contra los israelitas sorprendidos en contravención en las diversas ciudades.
1:59 El veinticinco de cada mes, se ofrecían sacrificios en
el ara que se alzaba sobre el altar de los holocaustos.
1:60 A las mujeres que habían circuncidado a sus hijos se
las mataba, conforme al decreto,
1:61 con sus criaturas colgadas al cuello. La misma suerte
corrían sus familiares y todos los que habían intervenido en la circuncisión.
1:62 Sin embargo, muchos israelitas se mantuvieron firmes y
tuvieron el valor de no comer alimentos impuros;
1:63 prefirieron la muerte antes que mancharse con esos
alimentos y quebrantar la santa alianza, y por eso murieron.
1:64 Y una gran ira se descargó sobre Israel.
CAPÍTULO 2
Matatías y sus hijos
2:1 En esos días, Matatías, hijo de Juan, hijo de Simeón,
sacerdote del linaje de Joarib, salió de Jerusalén y fue a establecerse en
Modín.
2:2 Tenía cinco hijos: Juan, por sobrenombre Gadí;
2:3 Simón, llamado Tasí;
2:4 Judas, llamado Macabeo;
2:5 Eleazar, llamado Avarán; y Jonatán, llamado Afús.
Lamentación de Matatías sobre Jerusalén
2:6 Al ver las impiedades que se cometían en Judá y en
Jerusalén,
2:7 Matatías exclamó: "¡Ay de mí! ¿Para esto he nacido?
¿Para ver la ruina de mi pueblo y la destrucción de la Ciudad santa? ¿Para
quedarme sentado en ella, mientras es entregada al poder del enemigo y el
Santuario está en manos de extranjeros?
2:8 Su Templo ha quedado
como un hombre envilecido,
2:9 los objetos que eran su gloria
fueron llevados como botín,
sus niños masacrados en las plazas,
sus jóvenes pasados al filo
de la espada enemiga.
2:10 ¿Qué pueblo no ha heredado
su realeza,
apoderándose de sus despojos?
2:11 Ella ha sido privada
de todo su esplendor
y de libre se ha convertido en esclava.
2:12 Y ahí está nuestro Santuario,
nuestro honor y nuestro orgullo,
convertido en un desierto y profanado por los paganos.
2:13 ¿Vale la pena seguir viviendo así?"
2:14 Matatías y sus hijos rasgaron sus vestiduras, se
pusieron un sayal y se lamentaron amargamente.
La rebelión de Matatías
2:15 Entre tanto, los delegados del rey, encargados de
imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín para exigir que se ofrecieran
los sacrificios.
2:16 Se presentaron muchos israelitas, pero Matatías y sus
hijos se agruparon aparte.
2:17 Entonces los enviados del rey fueron a decirle:
"Tú eres un jefe ilustre y gozas de autoridad en esta ciudad, respaldado
por hijos y hermanos.
2:18 Sé el primero en acercarte a ejecutar la orden del rey,
como lo han hecho todas las naciones, y también los hombres de Judá y los que
han quedado en Jerusalén. Así tú y tus hijos, serán contados entre los Amigos
del rey y gratificados con plata, oro y numerosos regalos".
2:19 Matatías respondió en alta voz: "Aunque todas las
naciones que están bajo el dominio del rey obedezcan y abandonen el culto de
sus antepasados para someterse a sus órdenes,
2:20 yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos fieles a
la Alianza de nuestros padres.
2:21 El Cielo nos libre de abandonar la Ley y los preceptos.
2:22 Nosotros no acataremos las ordenes del rey desviándonos
de nuestro culto, ni a la derecha ni a la izquierda".
2:23 Cuando acabó de pronunciar estas palabras, un judío se
adelantó a la vista de todos para ofrecer un sacrificio sobre el altar de
Modín, conforme al decreto del rey.
2:24 Al ver esto, Matatías se enardeció de celo y se
estremecieron sus entrañas; y dejándose llevar por una justa indignación, se
abalanzó y lo degolló sobre el altar.
2:25 Ahí mismo mató al delegado real que obligaba a ofrecer
los sacrificios y destruyó el altar.
2:26 Así manifestó su celo por la Ley, como lo había hecho
Pinjás con Zimrí, hijo de Salú.
2:27 Luego comenzó a gritar por la ciudad con todas sus
fuerzas: "Todo el que sienta celo por la Ley y quiera mantenerse fiel a la
Alianza, que me siga".
2:28 Y abandonando todo lo que poseían en la ciudad, él y
sus hijos huyeron a las montañas.
Los judíos masacrados en el desierto
2:29 Entonces muchos judíos, amantes de la justicia y el
derecho, se retiraron al desierto para establecerse allí
2:30 con sus mujeres, sus hijos y sus ganados, porque la
desgracia se había desencadenado sobre ellos.
2:31 Los funcionarios del rey y la guarnición que residía en
Jerusalén, en la Ciudad de David, recibieron la denuncia de que algunos
hombres, conculcando la orden del rey, habían ido a ocultarse en los escondites
del desierto.
2:32 Un fuerte contingente salió a perseguirlos y logró
alcanzarlos. Los cercaron y se dispusieron para atacarlos. Era un día sábado,
2:33 y les dijeron: "¡Es hora de acabar con esto!
¡Salgan, cumplan la orden del rey y salvarán sus vidas!"
2:34 Ellos respondieron: "No saldremos, ni obedeceremos
la orden real, profanando así el sábado".
2:35 Inmediatamente los atacaron,
2:36 pero ellos no se defendieron, ni siquiera arrojándoles
piedras o cerrando la entrada de sus refugios.
2:37 "Muramos todos, decían, manteniendo nuestra
integridad. El cielo y la tierra son testigos de que ustedes nos hacen perecer
injustamente".
2:38 Así fueron atacados en pleno sábado, y perecieron los
hombres con sus mujeres, sus hijos y el ganado. Eran en total unas mil
personas.
La organización de la resistencia
2:39 Al enterarse de lo ocurrido, Matatías y sus amigos se
lamentaron amargamente por las víctimas,
2:40 pero dijeron: "Si todos nos comportamos como
nuestros hermanos y no peleamos contra esta gente en defensa de nuestras vidas
y de nuestras costumbres, muy pronto nos exterminarán de la tierra".
2:41 Y aquel mismo día resolvieron lo siguiente:
"Hagamos frente a todo el que venga a atacarnos en día sábado, para no
morir como nuestros hermanos en sus refugios".
2:42 Entonces se les unió el grupo de los asideos, hombres
valientes en Israel, todos ellos sinceramente fieles a la Ley.
2:43 También se les unieron y les prestaron su ayuda todos
los que querían escapar de la opresión.
2:44 Así formaron una fuerza armada que comenzó a descargar
su ira contra los pecadores y su furor contra los impíos. Los demás tuvieron
que salvarse, huyendo a las naciones extranjeras.
2:45 Matatías y sus adeptos recorrieron el país, destruyendo
altares,
2:46 y circuncidando por la fuerza a los niños incircuncisos
que hallaron en el territorio de Israel.
2:47 Persiguieron a los arrogantes, y la campaña dio buenos
resultados.
2:48 De esa manera defendieron la Ley contra los paganos y
sus reyes, y no permitieron que prevalecieran los malvados.
El testamento y la muerte de Matatías
2:49 Cuando la vida de Matatías llegaba a su fin, este dijo
a sus hijos:
"Ahora reinan la insolencia y el ultraje,
es tiempo de perturbación
y de furor desencadenado.
2:50 Por lo tanto, hijos míos,
ardan de celo por la Ley,
dando la vida por la Alianza
de nuestros padres.
2:51 Recuerden las obras
que realizaron nuestros padres en su tiempo:
así alcanzarán una inmensa gloria
y una fama imperecedera.
2:52 ¿Acaso Abraham no fue hallado fiel
en la prueba
y por eso Dios lo contó entre los justos?
2:53 José, en el momento de la angustia,
observó la Ley,
y así llegó a ser señor de Egipto.
2:54 Pinjás, nuestro padre,
por su ardiente celo,
recibió la alianza de un sacerdocio eterno.
2:55 Josué, por haber cumplido
la palabra de Dios,
llegó a ser juez en Israel.
2:56 Caleb, por haber dado testimonio
ante la asamblea,
recibió una herencia en el país.
2:57 David, por su piedad,
heredó un trono real para siempre.
2:58 Elías, por su ardiente celo por la Ley,
fue arrebatado al cielo.
2:59 Ananías, Azarías y Misael, por haber confiado en Dios,
fueron salvados de la llama.
2:60 Daniel, por su integridad,
fue librado de las fauces de los leones.
2:61 Adviertan, entonces, que a lo largo
de las generaciones
los que esperan en él
no sucumben jamás.
2:62 No teman las amenazas
de un hombre pecador,
porque su gloria acabará en podredumbre y gusanos;
2:63 hoy es exaltado y mañana desaparece,
porque habrá vuelto al polvo
de donde vino
y sus proyectos quedarán frustrados.
2:64 Por eso, hijos míos, sean valientes,
y manténganse firmes en el cumplimiento de la Ley,
ya que gracias a ella serán colmados de gloria.
2:65 Ahí tienen a Simeón, su hermano. Yo sé que es hombre
sensato: escúchenlo siempre, y hará las veces de padre.
2:66 Judas Macabeo ha sido valiente desde su juventud: que
él sea el jefe del ejército y dirija la guerra contra los extranjeros.
2:67 Ustedes, por su parte, reúnan a todos los que practican
la Ley y reivindiquen a nuestro pueblo.
2:68 Devuelvan a los paganos el mal que ellos les han hecho
y observen los preceptos de la Ley".
2:69 Después los bendijo y fue a reunirse con sus padres. 70
Matatías murió el año ciento cuarenta y seis y fue sepultado en Modín, en el
sepulcro de sus padres. Todo Israel hizo un gran duelo por él.
LA GUERRA DE LIBERACIÓN BAJO JUDAS MACABEO
(166-160 a. C.)
CAPÍTULO 3
Elogio de Judas Macabeo
3:1 El sucesor de Matatías fue su hijo Judas, llamado
Macabeo.
3:2 Todos sus hermanos y los que habían seguido a su padre
le prestaron apoyo y combatieron con entusiasmo por Israel.
3:3 Él extendió la gloria de su pueblo
y se revistió de la coraza como un héroe;
se ciñó sus armas de guerra y libró batallas,
protegiendo al ejército con su espada.
3:4 Fue como un león por sus hazañas,
como un cachorro que ruge
ante su presa.
3:5 Persiguió implacablemente a los impíos
y entregó a las llamas a los perturbadores de su pueblo.
3:6 Los impíos se acobardaron ante él,
temblaron todos los que hacían el mal,
y gracias a él se logró la salvación.
3:7 Puso en aprieto a muchos reyes,
alegró a Jacob con sus proezas,
y su memoria será eternamente bendecida.
3:8 Recorrió las ciudades de Judá,
exterminó de ellas a los impíos
y apartó de Israel la ira de Dios.
3:9 Su fama llegó hasta los confines
de la tierra,
y congregó a los que estaban
a punto de perecer.
Las primeras victorias de Judas Macabeo
3:10 Apolonio reunió muchos paganos y un numeroso
contingente de Samaría para hacer la guerra contra Israel.
3:11 Al enterarse de esto, Judas salió a su encuentro, lo
derrotó y lo mató. Muchos sucumbieron y los demás se dieron a al fuga.
3:12 Cuando recogieron el botín, Judas se quedó con la
espada de Apolonio, y desde entonces siempre combatió con ella.
3:13 Serón, el capitán del ejército de Siria, al saber que
Judas había agrupado alrededor de él un contingente de hombres adictos y
dispuestos a combatir,
3:14 pensó: "Voy a hacerme famoso y a cubrirme de
gloria en todo el reino, atacando a Judas y a sus secuaces, que intentan
despreciar la orden del rey".
3:15 Entonces reanudó la lucha y con él subió un poderoso
ejército de impíos para ayudarlo a vengarse de los israelitas.
3:16 Cuando se acercó a la subida de Betjorón, Judas le
salió al encuentro con unos pocos hombres.
3:17 Estos, al ver el ejército que se les venía encima,
dijeron a Judas: "¿Cómo, siendo tan pocos, podremos combatir con una
multitud tan poderosa? Además, estamos extenuados porque hoy no hemos comido
nada en todo el día".
3:18 Judas les respondió: "Es fácil que una multitud
caiga en manos de unos pocos, y al Cielo le da lo mismo salvar con muchos que
con pocos.
3:19 Porque la victoria en el combate no depende de la
cantidad de las tropas, sino de la fuerza que viene del Cielo.
3:20 Ellos nos atacan, llenos de insolencia y de impiedad,
para exterminarnos a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros hijos, y para
apoderarse de nuestros despojos.
3:21 Nosotros, en cambio, luchamos por nuestra vida y por
nuestras costumbres.
3:22 El Cielo los aplastará delante de nosotros: ¡no les
tengan miedo!"
3:23 Apenas terminó de hablar, se lanzó sorpresivamente
sobre el enemigo, y Serón fue aplastado con todo su ejército.
3:24 Después los persiguieron por la pendiente de Betjorón
hasta la llanura: allí murieron unos ochocientos hombres, y los demás huyeron
al país de los filisteos.
3:25 Así Judas y sus hermanos comenzaron a ser temidos, y el
pánico se extendió por las naciones vecinas.
3:26 Su fama llegó a oídos del rey, y por todas partes se
comentaban las batallas de Judas.
Los preparativos bélicos de Antíoco IV
3:27 Al enterarse de esto, el rey Antíoco se enfureció y
mandó reunir todas las fuerzas de su reino, un ejército poderosísimo.
3:28 Abrió su tesoro y pagó a las tropas el sueldo de un
año, ordenándoles que estuvieran preparadas para cualquier eventualidad.
3:29 Entonces advirtió que se le había acabado el dinero del
tesoro y que los tributos de la región eran escasos, debido a las disensiones y
calamidades que él había provocado en el país, al suprimir las costumbres
vigentes desde tiempo inmemorial.
3:30 Por eso temió que no le alcanzara, como otras veces,
para los gastos y los regalos que antes solía hacer espléndidamente, superando
a los reyes que lo habían precedido.
3:31 Sumamente preocupado a causa de esto, resolvió ir a
Persia para recoger los tributos de aquellas provincias y reunir así mucho
dinero.
La regencia de Lisias
3:32 Mientras tanto, dejó a cargo del gobierno, desde el río
Éufrates hasta la frontera de Egipto, a Lisias, miembro de la nobleza y de
estirpe real.
3:33 Le confió la educación de su hijo Antíoco hasta su
vuelta
3:34 y puso a su disposición la mitad de sus tropas y los
elefantes, ordenándole todo lo que debía hacer, especialmente lo relativo a los
habitantes de Judea y de Jerusalén:
3:35 él debía enviar un ejército para destruir y aplastar la
fuerza de Israel, y lo que aún quedaba de Jerusalén hasta borrar su recuerdo.
3:36 Luego debía establecer extranjeros en todo su
territorio y repartir entre ellos sus tierras.
3:37 El rey, por su parte, tomó consigo la otra mitad del
ejército y partió de Antioquía, capital de su reino, el año ciento cuarenta y
siete. Después de atravesar el río Éufrates, recorrió las provincias de la
meseta.
La invasión de Judea
3:38 Lisias eligió a Tolomeo, hijo de Dorimeno, a Nicanor y
a Gorgias, personas influyentes entre los Amigos del rey,
3:39 y los envió con cuarenta mil soldados y siete mil
jinetes, para que invadieran el territorio de Judá y lo arrasaran, como lo
había ordenado el rey.
3:40 Ellos partieron con todo su ejército y acamparon cerca
de Emaús, en la llanura.
3:41 Al enterarse de su llegada, los mercaderes de la región
se presentaron en el campamento con mucha plata y oro, y provistos también de
cadenas para llevar como esclavos a los israelitas. A ellos se sumó un
contingente de Siria y del país de los filisteos.
La reacción de Judas Macabeo
3:42 Judas y sus hermanos vieron que se habían agravado los
males y que el ejército estaba acampado dentro de su territorio. También se
enteraron de la consigna real de destruir al pueblo hasta aniquilarlo.
3:43 Entonces se dijeron unos a otros: "Libremos a
nuestro pueblo de la ruina y luchemos por él y por el Santuario".
3:44 Luego se convocó a la asamblea para prepararse a
combatir, para orar y pedir piedad y misericordia.
3:45 Jerusalén estaba deshabitada
como un desierto,
ninguno de sus hijos entraba ni salía.
El Santuario había sido pisoteado,
los extranjeros ocupaban la Ciudadela,
convertida en albergue de los paganos.
Había desaparecido la alegría de Jacob,
y ya no se oía la flauta ni la cítara.
La reunión de los judíos en Mispá
3:46 Una vez reunidos, fueron a Mispá, frente a Jerusalén,
porque antiguamente Israel había tenido allí un lugar de oración.
3:47 Aquel día ayunaron, se vistieron con un sayal,
esparcieron ceniza sobre sus cabezas y rasgaron sus vestiduras.
3:48 Abrieron el libro de la Ley para descubrir en él lo que
los paganos consultaban a sus ídolos.
3:49 Trajeron las vestiduras sacerdotales, las primicias y
los diezmos, hicieron comparecer a los nazireos que habían cumplido el tiempo
de su voto,
3:50 y levantaron su voz hacia el Cielo, diciendo:
"¿Qué haremos con estos? ¿A dónde los llevaremos?
3:51 Tu Santuario ha sido pisoteado y profanado, tus
sacerdotes están de duelo y humillados,
3:52 y ahí están los paganos, aliados contra nosotros para
exterminarnos. Tú conoces lo que traman contra nosotros.
3:53 ¿Cómo podremos hacerles frente, si tú no vienes en
nuestra ayuda?"
3:54 Luego, hicieron sonar las trompetas y lanzaron grandes
alaridos.
La organización del ejército judío
3:55 Inmediatamente, Judas puso oficiales al frente del
ejército: jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez hombres.
3:56 A los que estaban construyendo su casa, a los que
acababan de casarse o de plantar una viña y a los que tenían miedo, les ordenó
que volvieran cada uno a su casa, conforme a la Ley.
3:57 Luego avanzó con el ejército y acampó al sur de Emaús.
Judas les dijo:
3:58 "Cíñanse las armas, compórtense valerosamente y
estén preparados mañana al amanecer para atacar a esos paganos que se han
aliado contra nosotros a fin de destruirnos y destruir nuestro Santuario.
3:59 Porque es preferible para nosotros morir en el combate
que ver las desgracias de nuestra nación y del Santuario.
3:60 ¡Se cumplirá lo que el Cielo disponga!"
CAPÍTULO 4
El triunfo de los israelitas en Emaús
4:1 Gorgias tomó cinco mil hombres y mil jinetes elegidos, y
el ejército partió durante la noche
4:2 para atacar el campamento de los judíos y derrotarlos
sorpresivamente. La gente de la Ciudadela los guiaba.
4:3 Cuando Judas se enteró de esto, salió con sus soldados
para derrotar al ejército real que estaba en Emaús,
4:4 mientras el resto de las tropas estaban dispersas fuera
del campamento.
4:5 Gorgias llegó de noche al campamento de Judas y al no
encontrar a nadie, los estuvo buscando por las montañas, pensando que habían
huido.
4:6 Al rayar el alba, Judas apareció en la llanura con tres
mil hombres, pero estos no disponían de las armaduras ni de las espadas que
hubieran deseado.
4:7 Ellos veían, en cambio, que el campamento de los paganos
era poderoso y estaba bien fortificado, rodeado de la caballería y con hombres
adiestrados para la guerra.
4:8 Judas dijo a sus hombres: "No teman a esa
muchedumbre ni se asusten por sus ataques.
4:9 Recuerden cómo se salvaron nuestros padres en el Mar
Rojo, cuando el Faraón los perseguía con un ejército.
4:10 Invoquemos ahora al Cielo para que tenga piedad de
nosotros y se acuerde de la alianza que hizo con nuestros padres, derrotando
hoy a este ejército delante de nosotros.
4:11 Así reconocerán todas las naciones que hay Alguien que
libera y salva a Israel".
4:12 Los extranjeros alzaron los ojos y, al ver que los
judíos venían contra ellos,
4:13 salieron del campamento a presentar batalla. Los
hombres de Judas hicieron sonar la trompeta
4:14 y entraron en combate. Los paganos fueron derrotados y
huyeron hacia la llanura,
4:15 y los que habían quedado rezagados cayeron al filo de
la espada. Los demás fueron perseguidos hasta Gázara y hasta las llanuras de
Idumea, Azoto y Iamnia. Los que murieron fueron alrededor de tres mil hombres.
4:16 Cuando Judas y su ejército dejaron de perseguirlos,
4:17 Judas dijo al pueblo: "No tengan avidez por el
botín, porque nos espera otra batalla.
4:18 Gorgias y su ejército están cerca de nosotros en la
montaña: hagan frente a nuestros enemigos y combatan contra ellos; después
podrán apoderarse libremente del botín".
4:19 Apenas Judas terminó de hablar, se asomó por las
montañas un destacamento enemigo.
4:20 Ellos vieron que los suyos habían huido y que el
campamento había sido incendiado, porque el humo que se divisaba ponía de
manifiesto lo que había sucedido.
4:21 Ante tal espectáculo se llenaron de espanto, y como
vieron en la llanura al ejército de Judas, dispuesto a librar batalla,
4:22 huyeron todos al país de los filisteos.
4:23 Judas volvió entonces al campamento para saquearlo, y
recogieron gran cantidad de oro y plata, telas de púrpura violeta y de púrpura
marina, y muchas otras riquezas.
4:24 De regreso cantaban y bendecían al Cielo:
"Porque es bueno,
porque es eterno su amor".
4:25 Israel obtuvo aquel día una gran victoria.
4:26 Los extranjeros que habían podido escapar se fueron a
anunciar a Lisias todo lo que había sucedido.
4:27 Esta noticia lo dejó consternado y abatido, porque a
Israel no le había sucedido lo que él deseaba y las cosas no habían salido como
el rey se lo había ordenado.
Primera campaña y derrota de Lisias
4:28 Al año siguiente, Lisias reunió sesenta mil hombres
elegidos y cinco mil jinetes para combatir contra los judíos.
4:29 Cuando llegaron a Idumea y acamparon en Betsur, Judas
les salió al encuentro con diez mil hombres,
4:30 y al ver aquel poderoso ejército, hizo esta oración:
"Bendito seas, Salvador de Israel, que aplastaste la soberbia del gigante
por la mano de tu servidor David y entregaste el ejército de los filisteos en
manos de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero.
4:31 Entrega así este ejército en manos de tu pueblo Israel.
Que ellos se sientan avergonzados de sus tropas y de su caballería.
4:32 Infúndeles miedo, quiebra la audacia que les da su
fuerza y que se conmuevan por su derrota.
4:33 Derríbalos con la espada de los que te aman, para que
te canten himnos de alabanza todos los que conocen tu Nombre".
4:34 Cuando se enfrentaron los dos ejércitos, cayeron en el
combate unos cinco mil hombres de Lisias.
4:35 Al ver la derrota sufrida por sus tropas y la
intrepidez de los soldados de Judas, que estaban resueltos a vivir o a morir
heroicamente, Lisias volvió a Antioquía, donde reclutó mercenarios con la
intención de regresar a Judea con fuerzas más numerosas.
Purificación del Templo y Dedicación del altar
4:36 Judas y sus hermanos dijeron: "Nuestros enemigos
han sido aplastados; subamos a purificar el Santuario y a celebrar su
dedicación".
4:37 Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte
Sión.
4:38 Cuando vieron el Santuario desolado, el altar
profanado, las puertas completamente quemadas, las malezas crecidas en los
atrios como en un bosque o en una montaña, y las salas destruidas,
4:39 rasgaron sus vestiduras, hicieron un gran duelo, se
cubrieron la cabeza con ceniza
4:40 y cayeron con el rostro en tierra. Luego, a una señal
dada por las trompetas, alzaron sus gritos al cielo.
4:41 Judas ordenó a unos hombres que combatieran a los que
estaban en la Ciudadela hasta terminar la purificación del Santuario.
4:42 Después eligió sacerdotes irreprochables, fieles a la
Ley,
4:43 que purificaron el Santuario y llevaron las piedras
contaminadas a un lugar impuro.
4:44 Luego deliberaron sobre lo que debía hacerse con el
altar de los holocaustos que había sido profanado.
4:45 Tuvieron la feliz idea de demolerlo para que no fuera
un motivo de oprobio, ya que los paganos lo habían contaminado. Lo demolieron,
4:46 y depositaron sus piedras sobre la montaña del Templo,
en un lugar conveniente, hasta que surgiera un profeta y resolviera lo que
había que hacer con ellas.
4:47 Después recogieron piedras sin tallar, como lo
prescribe la Ley, y erigieron un nuevo altar, igual que el anterior.
4:48 También repararon el Santuario y el interior del
Templo, y consagraron los atrios.
4:49 Hicieron nuevos objetos sagrados y colocaron dentro del
Templo el candelabro, el altar de los perfumes y la mesa.
4:50 Quemaron incienso sobre el altar, y encendieron las
lámparas del candelabro que comenzaron a brillar en el Templo.
4:51 Además, pusieron los panes sobre la mesa, colgaron las
cortinas y concluyeron la obra que habían emprendido.
4:52 El día veinticinco del noveno mes, llamado Quisleu, del
año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al despuntar el alba
4:53 y ofrecieron un sacrificio conforme a la Ley, sobre el
nuevo altar de los holocaustos que habían erigido.
4:54 Este fue dedicado con cantos, cítaras, arpas y
címbalos, justamente en el mismo mes y en el mismo día en que los paganos lo
habían profanado.
4:55 Todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y adoraron
y bendijeron al Cielo que les había dado la victoria.
4:56 Durante ocho días celebraron la dedicación del altar,
ofreciendo con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de acción de
gracias.
4:57 Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y
pequeños escudos, restauraron las entradas y las salas, y les pusieron puertas.
4:58 En todo el pueblo reinó una inmensa alegría, y así
quedó borrado el ultraje infligido por los paganos.
Institución de la fiesta de la Dedicación y otras medidas
4:59 Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la
asamblea de Israel, determinó que cada año, a su debido tiempo y durante ocho
días a contar del veinticinco del mes de Quisleu, se celebrara con júbilo y
regocijo el aniversario de la dedicación del altar.
4:60 En aquel tiempo, levantaron alrededor del monte Sión
altas murallas y torres poderosas, para que los extranjeros no vinieran otra
vez y lo pisotearan como lo habían hecho antes. 61 Además, Judas puso en él una
guarnición para que lo defendiera, y fortificó a Betsur, a fin de que el pueblo
tuviera una fortaleza frente a Idumea.
CAPÍTULO 5
La expedición contra los idumeos y los amonitas
5:1 Cuando las naciones vecinas supieron que había sido
reconstruido el altar y restaurado como antes el Santuario, se irritaron
profundamente
5:2 y decidieron acabar con los descendientes de Jacob que
vivían entre ellos. Por eso comenzaron a matar y exterminar a mucha gente del
pueblo.
5:3 Judas hizo la guerra contra los descendientes de Esaú
que habitaban en Idumea, en la región de Acrabatena, porque tenían asediados a
los israelitas. Les infligió una gran derrota, sometiéndolos y apoderándose de
sus despojos.
5:4 Luego se acordó de la maldad de los descendientes de
Beán, que eran una trampa y un obstáculo para el pueblo por las emboscadas que
le tendían en los caminos.
5:5 Los obligó a encerrarse en sus torres, los asedió y los
consagró al exterminio total, prendiendo fuego a esas torres con todos los que
estaban dentro.
5:6 Luego atacó a los amonitas, y allí encontró un fuerte
ejército y una población numerosa cuyo jefe era Timoteo.
5:7 Después de muchos combates, los desbarató y los deshizo.
5:8 También ocupó Iazer y sus poblados, y regresó a Judea.
Preliminares de las campañas contra Galilea y Galaad
5:9 Los pueblos de Galaad se coaligaron contra los
israelitas que vivían en su territorio, para exterminarlos. Pero ellos se
refugiaron en la fortaleza de Datemá,
5:10 desde donde enviaron una carta a Judas y a sus
hermanos, diciéndoles: "Los pueblos que nos rodean se coaligaron para
exterminarnos;
5:11 ahora se preparan para venir a tomar la fortaleza donde
nos hemos refugiado, y Timoteo está al frente de su ejército.
5:12 Ven en seguida a librarnos de sus manos, porque muchos
de entre nosotros ya han caído;
5:13 todos nuestros hermanos que vivían en el país de Tobías
han sido matados, sus mujeres y sus hijos fueron llevados cautivos y sus bienes
han sido robados. Allí han muerto unos mil hombres".
5:14 Cuando todavía estaban leyendo la carta, llegaron otros
mensajeros de Galilea, con las vestiduras rasgadas, trayendo esta noticia:
5:15 "Los habitantes de Tolemaida, de Tiro, de Sidón y
de toda la Galilea de los extranjeros se han coaligado para acabar con
nosotros".
5:16 Apenas Judas y el pueblo oyeron estas noticias,
reunieron una gran asamblea para deliberar sobre lo que debían hacer en favor
de sus hermanos que se encontraban en un aprieto, amenazados por sus enemigos.
5:17 Judas dijo a su hermano Simón: "Elige algunos
hombres y ve a librar a tus hermanos de Galilea; mi hermano Jonatán y yo iremos
a la región de Galaad".
5:18 Dejó para defender a Judea a José, hijo de Zacarías, y
a Azarías, jefe del pueblo, con el resto del ejército,
5:19 dándoles esta orden: "Tomen el mando de estas
tropas, pero no entren en batalla con los paganos hasta que nosotros
volvamos".
5:20 Se le asignaron tres mil hombres a Simón para la
campaña de Galilea y ocho mil a Judas para la de Galaad.
La expedición de Simón contra Galilea
5:21 Simón partió para Galilea y luego de librar muchos
combates con los paganos, los derrotó, los obligó a huir
5:22 y los persiguió hasta las puertas de Tolemaida. Allí
sucumbieron unos tres mil hombres y Judas se apoderó del botín.
5:23 Luego tomó consigo a los judíos de Galilea y de Arbatá,
con sus mujeres, sus hijos y todos sus bienes, y en medio de una gran alegría
los llevó a Judea.
La expedición de Judas Macabeo contra Galaad
5:24 Judas Macabeo y su hermano Jonatán, por su parte,
atravesaron el Jordán y caminaron tres días por el desierto.
5:25 Allí se encontraron con los nabateos, que los
recibieron amistosamente y los pusieron al tanto de lo que les ocurría a sus
hermanos de la región de Galaad:
5:26 muchos de ellos se encontraban prisioneros en Bosorá y
Bosor, en Alemá, Casfó, Maqued y Carnain, que eran ciudades fuertes e
importantes;
5:27 también había prisioneros en las demás ciudades de
Galaad, y sus enemigos tomaban posiciones para atacar las fortalezas al día
siguiente, a fin de apoderarse de ellos y exterminarlos a todos de una sola
vez.
5:28 Inmediatamente, Judas dio vuelta con su ejército y se
dirigió por el desierto hacia Bosorá, ocupó la ciudad y después de pasar al
filo de la espada a todos los varones, la saqueó por completo y la incendió.
5:29 Partió de allí por la noche y avanzó hasta la
fortaleza.
5:30 Al llegar el día, los judíos divisaron una muchedumbre
innumerable que levantaba escaleras y empalizadas para tomar la fortaleza y
había pasado a la ofensiva.
5:31 Al ver que el ataque ya había comenzado y que el
griterío de la ciudad y el sonido de las trompetas subía hasta el cielo,
5:32 Judas dijo a sus hombres: "¡Luchen hoy por
nuestros hermanos!"
5:33 Luego los ordenó en tres columnas y los hizo avanzar
por detrás del enemigo, tocando las trompetas y orando a gritos.
5:34 Las tropas de Timoteo, apenas se enteraron que era el
Macabeo, huyeron ante él. Judas les infligió una gran derrota, y ese día
dejaron tendidos unos ocho mil hombres.
5:35 Luego se volvió contra Alemá; la atacó, la ocupó y,
después de matar a todos los varones, la saqueó y la incendió.
5:36 Partiendo de allí, se apoderó de Casfó, Maqued, Bosor y
de las demás ciudades de Galaad.
Victoria definitiva de Judas Macabeo en Galaad
5:37 Después de estos acontecimientos, Timoteo reunió un
nuevo ejército y acampó frente a Rafón, al otro lado del torrente.
5:38 Judas mandó a explorar el campamento y le dieron este
informe: "Todas las naciones vecinas se han unido a Timoteo y forman un
ejército muy numeroso.
5:39 Además, tienen como auxiliares a mercenarios árabes.
Ahora están acampados al otro lado del torrente, preparados para
atacarte". Entonces Judas salió a su encuentro,
5:40 y mientras él se acercaba al torrente con su ejército,
Timoteo dijo a sus capitanes: "Si él lo pasa primero y viene sobre
nosotros, no podremos resistir, y nos vencerá seguramente;
5:41 pero si se atemoriza y acampa al otro lado del río, lo
atravesaremos nosotros, caeremos sobre él y lo venceremos".
5:42 Cuando Judas llegó al borde del torrente, ubicó a los
escribas del pueblo a la orilla y les dio esta orden: "No dejen que ningún
hombre quede en el campamento, sino que todos vayan al combate".
5:43 Él fue el primero en cruzar el río en dirección al
enemigo, y toda su gente lo siguió. Todos los paganos quedaron derrotados ante
ellos, arrojaron sus armas y corrieron a refugiarse en el templo de Carnain.
5:44 Pero los judíos se apoderaron de la ciudad y quemaron
el templo con todos los que había adentro. Carnain fue sometida y ya nadie pudo
resistir a Judas.
El regreso de Judas Macabeo a Jerusalén
5:45 Judas reunió a todos los israelitas de la región de
Galaad, del más pequeño al más grande, con sus mujeres, sus hijos y sus
equipajes, para llevarlos al país de Judá: era una inmensa muchedumbre.
5:46 Llegaron a Efrón, ciudad importante y muy fortificada,
que estaba sobre el camino, por la que tenían que pasar necesariamente, ya que
no era posible desviarse ni a la derecha ni a la izquierda.
5:47 Pero los habitantes de la ciudad les negaron el paso y
bloquearon las entradas con piedras.
5:48 Judas les envió un mensaje en son de paz, diciéndoles:
"Permítannos pasar por el territorio de ustedes, para ir a nuestro país;
nadie les hará ningún mal, sólo queremos pasar". Como ellos se negaron a abrirle,
5:49 Judas hizo anunciar en el campamento que cada uno
tomara posición donde se encontraba.
5:50 Los soldados ocuparon sus posiciones, y Judas atacó la
ciudad todo aquel día y toda la noche, hasta que cayó en sus manos.
5:51 Hizo pasar al filo de la espada a todos los varones,
arrasó la ciudad, la saqueó y la atravesó por encima de los cadáveres.
5:52 Después pasaron el Jordán en dirección a la gran
llanura que está frente a Betsán.
5:53 Durante todo el trayecto, Judas fue recogiendo a los
rezagados y animando al pueblo hasta llegar a la tierra de Judá.
5:54 Todos subieron al monte Sión con júbilo y alegría, y
ofrecieron holocaustos por haber regresado sanos y salvos sin perder a ninguno
de los suyos.
La derrota de José y Azarías en Iamnia
5:55 Cuando Judas y Jonatán estaban en el país de Galaad, y
su hermano Simón en Galilea, frente Tolemaida,
5:56 José, hijo de Zacarías, y Azarías, jefes del ejército,
al oír las proezas y combates que aquellos habían llevado a cabo,
5:57 dijeron: "Hagámonos célebres también nosotros,
luchando contra los paganos que nos rodean".
5:58 Entonces ordenaron a las tropas que estaban bajo su
mando que avanzaran sobre Iamnia.
5:59 Gorgias salió de la ciudad con su ejército para luchar
contra ellos.
5:60 José y Azarías fueron derrotados y perseguidos hasta la
frontera de Judea. Aquel día cayeron alrededor de dos mil israelitas.
5:61 Este fue un grave desastre para el pueblo por no haber
obedecido a Judas y a sus hermanos, creyéndose capaces de grandes hazañas.
5:62 Pero ellos no pertenecían a la estirpe de aquellos
hombres a quienes estaba confiada la salvación de Israel.
Otros triunfos de Judas Macabeo en Idumea y Filistea
5:63 El valiente Judas y sus hermanos alcanzaron gran
celebridad en todo Israel y en todas las naciones donde se oía hablar de ellos.
5:64 La gente se agolpaba a su alrededor para aclamarlos.
5:65 Judas salió con sus hermanos para hacer la guerra a los
descendientes de Esaú, en la región meridional. Se apoderó de Hebrón y de sus
poblados, destruyó sus fortificaciones e incendió las torres de su alrededor.
5:66 Luego partió en dirección al país de los filisteos y
atravesó Marisá.
5:67 Aquel día, algunos sacerdotes que querían mostrar su
valentía, cayeron en el combate por salir a luchar imprudentemente.
5:68 En seguida Judas se desvió hacia Azoto, en territorio
filisteo: allí derribó sus altares, incendió las estatuas de sus dioses, saqueó
sus ciudades, y finalmente, regresó al país de Judea.
CAPÍTULO 6
La derrota de Antíoco IV en Persia
6:1 Mientras tanto, el rey Antíoco recorría las provincias
de la meseta. Allí se enteró de que en Persia había una ciudad llamada
Elimaida, célebre por sus riquezas, su plata y su oro.
6:2 Ella tenía un templo muy rico, donde se guardaban
armaduras de oro, corazas y armas dejadas allí por Alejandro, hijo de Filipo y
rey de Macedonia, el primero que reinó sobre los griegos.
6:3 Antíoco se dirigió a esa ciudad para apoderarse de ella
y saquearla, pero no lo consiguió, porque los habitantes de la ciudad, al
conocer sus planes,
6:4 le opusieron resistencia. Él tuvo que huir y se retiró
de allí muy amargado para volver a Babilonia.
6:5 Cuando todavía estaba en Persia, le anunciaron que la
expedición contra el país de Judá había fracasado.
6:6 Le comunicaron que Lisias había ido al frente de un
poderoso ejército, pero había tenido que retroceder ante los judíos, y que
éstos habían acrecentado su poder, gracias a las armas y al cuantioso botín
tomado a los ejércitos vencidos.
6:7 Además, habían destruido la Abominación que él había
erigido sobre el altar de Jerusalén y habían rodeado el Santuario de altas
murallas como antes, haciendo lo mismo con Betsur, que era una de las ciudades
del rey.
La muerte de Antíoco IV Epífanes y el advenimiento de
Antíoco V
6:8 Al oír tales noticias, el rey quedó consternado, presa
de una violenta agitación, y cayó en cama enfermo de tristeza, porque las cosas
no le habían salido como él deseaba.
6:9 Así pasó muchos días, sin poder librarse de su
melancolía, hasta que sintió que se iba a morir.
6:10 Entonces hizo venir a todos sus amigos y les dijo:
"No puedo conciliar el sueño y me siento desfallecer.
6:11 Yo me pregunto cómo he llegado al estado de aflicción y
de amargura en que ahora me encuentro, yo que era generoso y amado mientras
ejercía el poder.
6:12 Pero ahora caigo en la cuenta de los males que causé en
Jerusalén, cuando robé los objetos de plata y oro que había allí y mandé
exterminar sin motivo a los habitantes de Judá.
6:13 Reconozco que por eso me suceden todos estos males y
muero de pesadumbre en tierra extranjera".
6:14 Luego, llamó a Filipo, uno de sus Amigos, y lo puso al
frente de todo su reino.
6:15 Le entregó su diadema, su manto y su anillo,
encargándole que dirigiera a su hijo Antíoco y lo educara para que fuera rey.
6:16 El rey Antíoco murió en aquel lugar, el año ciento
cuarenta y nueve.
6:17 Cuando Lisias se enteró de la muerte del rey, puso en
el trono a su hijo Antíoco, que él había educado desde niño, dándole el
sobrenombre de Eupátor.
El sitio de la Ciudadela de Jerusalén
6:18 La gente de la Ciudadela tenía confinados a los
israelitas alrededor del Santuario, y no perdía ocasión de hacerles mal y de
apoyar a los paganos.
6:19 Judas resolvió acabar con ellos y convocó a todo el
ejército para sitiarlos.
6:20 El año ciento cincuenta, se reunieron todos y sitiaron
la Ciudadela, construyendo torres de asalto y empalizadas.
6:21 Pero varios de los sitiados rompieron el cerco y se les
unieron algunos renegados de Israel,
6:22 que acudieron al rey para decirle: "¿Hasta cuándo
vas a estar sin hacernos justicia y sin vengar a nuestros hermanos?
6:23 Nosotros aceptamos de buen grado servir a tu padre,
cumplir sus ordenes y obedecer sus decretos.
6:24 Por eso, nuestros compatriotas han sitiado la Ciudadela
y nos tratan como extraños. Más aún, han matado a los nuestros que caían en sus
manos y han confiscado nuestros bienes.
6:25 Y no sólo han levantado su mano contra nosotros, sino
también sobre todos los países limítrofes.
6:26 Ahora mismo tienen sitiada la Ciudadela de Jerusalén
para apoderarse de ella y han fortificado el Santuario y la ciudad de Betsur.
6:27 Si no te adelantas rápidamente, harán cosas mayores
todavía y ya no podrás detenerlos".
La campaña de Antíoco V y de Lisias
6:28 El rey, al oír esto, se enfureció y convocó a todos sus
Amigos, a los capitanes del ejército y a los comandantes de caballería.
6:29 Además, le llegaron tropas mercenarias de otros reinos
y de las islas del mar.
6:30 El número de sus fuerzas era de cien mil soldados,
veinte mil jinetes y treinta y dos elefantes adiestrados para la guerra.
6:31 Entraron por Idumea y acamparon cerca de Betsur,
atacándola durante mucho tiempo con máquinas de guerra. Pero los sitiados, en
una salida sorpresiva, se las quemaron y combatieron valerosamente.
La batalla de Betzacaría
6:32 Entonces Judas levantó el sitio de la Ciudadela y acampó
en Betzacaría, frente al campamento del rey.
6:33 A la mañana siguiente, el rey se levantó de madrugada y
condujo apresuradamente al ejército por el camino de Betzacaría. Las tropas se
dispusieron para el ataque y se tocaron las trompetas.
6:34 A los elefantes les mostraron mosto de uva y de moras
para excitarlos al combate.
6:35 Los animales estaban repartidos entre los batallones.
Al lado de cada elefante se alineaban mil hombres con cota de malla y cascos de
bronce, además de quinientos jinetes escogidos.
6:36 Estos estaban pendientes de los movimientos del animal,
de manera que adonde iba él, iban también ellos, sin apartarse de su lado.
6:37 Cada elefante llevaba encima, sujeta con cinchas, una
sólida torre de madera que servía de defensa, y en cada una de ellas iban tres
guerreros que combatían desde allí, además del conductor.
6:38 En cuanto al resto de la caballería, el rey la ubicó a
un lado y a otro, sobre los dos flancos del ejército, con la misión de hostigar
al enemigo y cubrir a los batallones.
6:39 Cuando el sol brilló sobre el oro y el bronce de los
escudos, sus reflejos iluminaron las montañas que relucían como antorchas.
6:40 Una parte del ejército real se había alineado en lo
alto de la montaña, y la otra en el valle. Todos avanzaban con paso seguro y en
perfecto orden.
6:41 Los israelitas se estremecían al oír el rumor de
aquella multitud, el ruido de su marcha y el estrépito de sus armas, porque era
un ejército inmenso y poderoso.
6:42 Entonces Judas se adelantó con sus tropas para entrar
en batalla, y cayeron seiscientos hombres del ejército real.
6:43 Mientras tanto, Eleazar, llamado Avarán, vio a un
elefante pertrechado con una cota real, que sobresalía entre todos los demás, y
pensó que en él iba el rey.
6:44 Entonces sacrificó su propia vida para salvar a su
pueblo y adquirir una fama imperecedera.
6:45 Corrió resueltamente hacia él, a través del batallón,
matando a derecha e izquierda. Así se abrió paso a un lado y a otro
6:46 y se deslizó por debajo del elefante, clavándole su
espada. Al desplomarse por tierra el animal, cayó sobre él y lo mató.
6:47 Pero los judíos, al ver el poderío del rey y el empuje
de sus tropas, emprendieron la retirada.
La toma de Betsur y el sitio de Jerusalén
6:48 El ejército real subió a Jerusalén, al encuentro de los
judíos, y el rey acampó frente a Judea y al monte Sión.
6:49 Él hizo la paz con los habitantes de Betsur, que
abandonaron la ciudad por carecer de víveres para resistir el asedio, ya que
aquel era un año sabático para la tierra.
6:50 El rey ocupó Betsur y dejó allí una guarnición para su
defensa.
6:51 Durante mucho tiempo estuvo sitiando el Santuario.
Levantó contra él ballestas y torres de asalto, lanzallamas y catapultas, lanza
flechas y hondas.
6:52 Los sitiados, por su parte, construyeron armas
similares para el contraataque, y así resistieron mucho tiempo.
6:53 Pero, al fin, se agotaron los víveres almacenados,
porque era el séptimo año y, además, porque los refugiados en Judea,
provenientes de las naciones, habían consumido las últimas reservas.
6:54 Así no quedaron en el Santuario más que unos pocos
hombres, porque se hacía sentir el hambre. Los demás se dispersaron, cada uno
por su lado.
Concesión de la libertad religiosa a los judíos
6:55 Mientras tanto, Lisias se enteró de que Filipo —a quien
el rey Antíoco había encargado antes de morir que educara a su hijo Antíoco,
para que fuera rey—
6:56 había vuelto de Persia y de Media con las tropas que
acompañaron al rey, y trataba de tomar el poder.
6:57 Por eso pensó que era necesario partir en seguida y
dijo al rey, a los capitanes del ejército y a los soldados: "Cada día
estamos peor y escasean los víveres; el lugar que asediamos está bien
fortificado y nos urgen los asuntos del reino.
6:58 Tendamos la mano a estos hombres, y hagamos la paz con
ellos y con toda su nación.
6:59 Dejemos que vivan según sus costumbres tradicionales,
ya que ellos se han irritado y han hecho todas estas cosas, porque nosotros
hemos tratado de abolirlas".
6:60 El rey y los capitanes aprobaron la propuesta, y el rey
mandó ofrecer la paz a los sitiados. Estos la aceptaron,
6:61 y el rey y los capitanes se comprometieron con un
juramento.
6:62 Con esta garantía salieron de la fortaleza y el rey
subió al monte Sión. Pero al ver las fortificaciones de aquel lugar, violó el
juramento que había hecho y ordenó destruir la muralla que lo rodeaba.
6:63 Luego partió rápidamente y volvió a Antioquía, donde
encontró a Filipo dueño ya de la ciudad: lo atacó y ocupó la ciudad por la
fuerza.
CAPÍTULO 7
La ocupación del trono por Demetrio I
7:1 El año ciento cincuenta y uno, Demetrio, hijo de
Seleuco, salió de Roma y llegó con unos pocos hombres a una ciudad marítima,
donde se proclamó rey.
7:2 Cuando se disponía a entrar en el palacio de sus padres,
el ejército apresó a Antíoco y a Lisias para hacerlos comparecer ante él.
7:3 Apenas se enteró, dijo: "No quiero ni verles la
cara".
7:4 Entonces el ejército los mató y Demetrio ocupó su trono
real.
Las intrigas de Álcimo ante Demetrio I
7:5 Todos los israelitas renegados e impíos acudieron a él,
guiados por Álcimo, que ambicionaba el sumo sacerdocio.
7:6 Ellos acusaron al pueblo delante del rey, diciendo:
"Judas y sus hermanos han eliminado a todos tus adictos y a nosotros nos
han expulsado de nuestro país.
7:7 Por eso, manda ahora a una persona de tu confianza, para
que vea los estragos que nos han causado a nosotros y a todo el territorio del
rey, y los castigue a ellos y a todos los que los apoyan".
Las represalias de Báquides y de Álcimo contra los
israelitas
7:8 El rey eligió a Báquides, uno de sus Amigos, que
gobernaba la región occidental del Éufrates; este era un personaje importante
en la corte y leal al rey.
7:9 Lo envió junto con el impío Álcimo, a quien confirió el
sumo sacerdocio, y le dio la orden de tomar represalias contra los israelitas.
7:10 Ellos partieron con un ejército numeroso y, al llegar
al territorio de Judá, enviaron mensajeros a Judas y a sus hermanos con falsas
propuestas de paz.
7:11 Pero estos, viendo que habían venido con un ejército
tan numeroso, no dieron crédito a sus palabras.
7:12 Sin embargo, un grupo de escribas se reunió con Álcimo
y Báquides, tratando de encontrar una solución satisfactoria.
7:13 Entre los israelitas, los asideos eran los primeros en
pedir la paz,
7:14 porque decían: "El que ha venido con el ejército
es un sacerdote de la familia de Aarón: él no nos va a traicionar".
7:15 Báquides les habló amistosamente y les aseguró bajo
juramento: "No vamos a hacerles ningún mal, ni a ustedes ni a sus
amigos".
7:16 Ellos le creyeron, pero él hizo apresar y ejecutar a
sesenta de ellos en un solo día, conforme a la palabra que estaba escrita:
7:17 "Desparramaron los cadáveres y la sangre de tus
fieles alrededor de Jerusalén y nadie les daba sepultura".
7:18 A causa de esto, cundió el pánico en toda la población,
y decían: "No hay en ellos verdad ni justicia, porque han violado el
compromiso y el juramento que habían hecho".
7:19 Después, Báquides partió de Jerusalén, acampó en Betzet
y mandó apresar a muchos que se habían puesto de su parte y a algunos del pueblo;
los degolló y los arrojó en la gran cisterna.
7:20 Luego puso la provincia en manos de Álcimo, dejando un
destacamento a su disposición, y regresó adonde estaba el rey.
La reacción de Judas Macabeo contra Álcimo
7:21 Álcimo luchó por mantenerse en el sumo sacerdocio,
7:22 y se unieron a él todos los que perturbaban al pueblo:
así se hicieron dueños de Judá y causaron un daño tremendo a Israel.
7:23 Judas, al ver que Álcimo y sus secuaces hacían a los
israelitas más daño que los paganos,
7:24 salió a recorrer todo el territorio de Judea para
vengarse de los desertores y no dejarlo circular por la región.
7:25 Cuando Álcimo vio que Judas y sus partidarios se
fortalecían y que él no podía resistirles, acudió al rey y los acusó de graves
delitos.
La expedición y la derrota de Nicanor
7:26 El rey envió entonces a Nicanor, uno de sus generales
más distinguidos y enemigo acérrimo de Israel, con la orden expresa de
exterminar al pueblo.
7:27 Nicanor llegó a Jerusalén con un gran ejército, y envió
a Judas y sus hermanos un falso mensaje de paz, diciéndoles:
7:28 "No nos hagamos la guerra; iré a entrevistarlos en
son del paz con una pequeña escolta".
7:29 Cuando se presentó ante Judas, ambos se saludaron
amistosamente, pero los enemigos estaban preparados para secuestrar a Judas.
7:30 Este, al darse cuenta de que Nicanor había venido con
pérfidas intenciones, tuvo miedo de él y no quiso verlo más.
7:31 Entonces Nicanor comprendió que sus planes habían sido
descubiertos y salió a combatir contra Judas cerca de Cafarsalamá.
7:32 Allí cayeron unos quinientos hombres del ejército de
Nicanor, y los demás huyeron a la Ciudad de David.
Amenazas de Nicanor contra el Templo
7:33 Después de esto, Nicanor subió al monte Sión. Algunos
sacerdotes y ancianos del pueblo salieron del Santuario para saludarlo
amistosamente y mostrarle el holocausto que se ofrecía por el rey.
7:34 Pero él se burló de ellos con desprecio, los ultrajó y
les habló insolentemente.
7:35 Después, juró muy enojado: "Si no me entregan
ahora mismo a Judas y a su ejército, cuando vuelva victorioso, prenderé‚ fuego
a esta Casa". Y salió enfurecido.
7:36 Los sacerdotes entraron al Santuario, y de pie ante el
altar y el Templo, exclamaron llorando:
7:37 "Tú has elegido esta Casa, que es llamada con tu
Nombre, a fin de que fuera una casa de oración y de súplica para tu pueblo.
7:38 Dales su merecido a este hombre y a su ejército, y que
caigan al filo de la espada. Acuérdate de sus blasfemias y no les des
tregua".
Nueva derrota y muerte de Nicanor
7:39 Nicanor partió de Jerusalén y acampó en Betjorón, donde
se le unió un contingente de Siria.
7:40 Judas, por su parte, acampó en Adasa con tres mil
hombres, e hizo esta oración:
7:41 "Cuando los enviados del rey blasfemaron, apareció
tu Ángel y exterminó a ciento ochenta y cinco mil de ellos.
7:42 Así también, destruye hoy ante nosotros a este
ejército, para que los demás reconozcan que su jefe blasfemó contra tu
Santuario, y júzgalo conforme a su maldad".
7:43 El día trece del mes de Adar, los ejércitos entraron en
combate y el de Nicanor fue desbaratado. El primero en caer fue el mismo
Nicanor,
7:44 y cuando sus soldados vieron que había caído, tiraron
las armas y huyeron.
7:45 Los israelitas los persiguieron durante todo un día,
desde Adasa hasta las proximidades de Gázara, tocando detrás de ellos las
trompetas de alarma.
7:46 De todas las poblaciones judías de los alrededores
salía gente que los fue envolviendo, hasta obligarlos a volverse unos contra otros.
7:47 Así cayeron todos al filo de la espada, y no quedó ni
uno solo. Los judíos se apoderaron de los despojos y del botín, y cortaron la
cabeza de Nicanor y su mano derecha, que él había levantado con prepotencia.
Luego las llevaron y las colgaron a la entrada de Jerusalén.
7:48 El pueblo se llenó de alegría; todos celebraron ese día
como una gran fiesta
7:49 y determinaron conmemorar cada año aquel día, trece de
Adar.
7:50 Y el país de Judá gozó de paz durante algún tiempo.
CAPÍTULO 8
El poderío de Roma y elogio de los romanos
8:1 Entre tanto, la fama de los romanos llegó a oídos de
Judas: supo que eran guerreros valerosos, se mostraban benévolos con todos sus
aliados y entablaban amistad con todos los que acudían a ellos; sobre todo, se
enteró de que eran guerreros valerosos.
8:2 Le habían contado, en efecto, sus campañas y las proezas
que habían realizado entre los galos, dominándolos y sometiéndolos a tributo,
8:3 como así también todo lo que habían hecho en la región
de España, para adueñarse de las minas de plata y de oro que hay allí,
8:4 y cómo gracias a su habilidad y constancia, se habían
apoderado de todo el territorio, a pesar de ser un lugar muy distante.
Asimismo, a los reyes que habían venido a combatirlos desde los confines de la
tierra, los habían derrotado, aplastándolos completamente, mientras que los
restantes les pagaban tributo cada año.
8:5 Ellos habían derrotado y sometido a Filipo y a Perseo,
reyes de Quitím, y a cuantos se les opusieron.
8:6 También habían vencido a Antíoco el Grande, rey de Asia,
que les había hecho la guerra con ciento veinte elefantes, con caballos, carros
y un ejército muy numeroso:
8:7 lo tomaron prisionero y le impusieron, a él y a sus
sucesores, un fuerte tributo, además de la entrega de rehenes y la cesión
8:8 de sus mejores provincias —la región de la India, Media
y Lidia— que luego entregaron al rey Eumenes.
8:9 Los de Grecia habían pensado ir a exterminarlos,
8:10 pero los romanos, al enterarse, habían enviado contra
ellos a un solo general para combatirlos: así mataron a muchos de ellos,
llevaron prisioneros a sus mujeres y sus niños, saquearon sus bienes,
sometieron al país, arrasaron sus fortalezas y les impusieron su dominio hasta
el día de hoy.
8:11 También destruyeron y sometieron a los demás reinos y a
las islas que alguna vez les opusieron resistencia.
8:12 En cambio, mantuvieron su amistad con sus aliados y con
todos los que buscaron su apoyo. Tienen bajo su dominio a los reyes vecinos y
lejanos y son temidos por todos los que oyen en hablar de ellos.
8:13 Sólo reinan los que ellos quieren ayudar a reinar, y
deponen a los que quieren. Están en el apogeo de su poder.
8:14 Sin embargo, ninguno de ellos se ciñe la corona ni se
reviste de púrpura para engrandecerse.
8:15 Antes bien, han creado un Senado, donde cada día
sesionan trescientos veinte senadores, que deliberan constantemente sobre los
asuntos del pueblo, a fin de asegurar el orden público.
8:16 Cada año confían a un solo hombre el poder y el dominio
sobre toda la nación, y todos le obedecen, sin que haya entre ellos envidias ni
celos.
La alianza de los judíos con los romanos
8:17 Judas eligió a Eupólemo, hijo de Juan, hijo de Hacós, y
a Jasón, hijo de Eleazar, y los envió a Roma para concertar un pacto de amistad,
8:18 con el fin de librarse del yugo, porque veían que los
griegos tenían esclavizado a Israel.
8:19 Ellos partieron para Roma y, después de un larguísimo
viaje, se presentaron ante el Senado y dijeron:
8:20 "Judas, llamado Macabeo, sus hermanos y el Pueblo
judío nos han enviado para concertar con ustedes un pacto de paz y para que nos
inscriban en el número de sus aliados y amigos".
8:21 La propuesta agradó a los romanos.
8:22 Y esta es la copia del documento que grabaron en
planchas de bronce y enviaron a Jerusalén como memorial de paz y de alianza:
8:23 "¡Que los romanos y la nación de los judíos tengan
felicidad en el mar y en la tierra para siempre! ¡Lejos de ellos la espada y el
enemigo!
8:24 Si una guerra amenaza primero a Roma, o a cualquiera de
sus aliados, en cualquier parte de sus dominios,
8:25 la nación de los judíos luchará a su lado de todo
corazón según se lo exijan las circunstancias.
8:26 Los enemigos no recibirán trigo, ni armas, ni dinero,
ni naves. Así lo ha establecido Roma. Observarán sus compromisos sin ninguna
compensación.
8:27 De la misma manera, si una guerra amenaza primero a la
nación de los judíos, los romanos lucharán a su lado, con toda el alma según se
lo exijan las circunstancias.
8:28 Sus agresores no recibirán trigo, ni armas, ni dinero,
ni naves. Así lo ha establecido Roma. Observarán sus compromisos con
lealtad".
8:29 Estas son las cláusulas que los romanos estipularon con
el Pueblo judío.
8:30 "Si posteriormente unos y otros deciden añadir o
quitar algo, lo harán de común acuerdo, y lo que añadan o quiten tendrá fuerza
obligatoria".
8:31 "Con relación a los males que el rey Demetrio ha
causado a los judíos, ya le hemos escrito lo siguiente: '¿Por qué has hecho
sentir pesadamente tu yugo sobre los judíos, nuestros amigos y aliados?
8:32 Si vuelven a quejarse de ti, nosotros les haremos
justicia y te haremos la guerra por mar y por tierra'".
CAPÍTULO 9
La batalla de Berzet y la muerte de Judas Macabeo
9:1 Cuando Demetrio se enteró de que Nicanor y su ejército
habían sucumbido en el combate, envió por segunda vez al país de Judá a
Báquides y Álcimo, con el ala derecha de su ejército.
9:2 Estos tomaron el camino de Guilgal y sitiaron a Mesalot
en el territorio de Arbela; se apoderaron de ella y mataron a mucha gente.
9:3 El primer mes del año ciento cincuenta y dos acamparon
frente a Jerusalén,
9:4 de donde partieron con veinte mil hombres y dos mil
jinetes en dirección a Berzet.
9:5 Judas tenía puesto su campamento en Elasá y había con él
tres mil hombres elegidos.
9:6 Pero al ver la multitud de los enemigos, se atemorizaron
y muchos desertaron del campamento, de manera que no quedaron más que
ochocientos hombres.
9:7 Judas advirtió que su ejército se había desbandado,
precisamente cuando la batalla era inminente y quedó descorazonado, porque no
había tiempo de volverlos a reunir.
V8 A pesar de su desaliento, dijo a los que habían quedado:
"Ataquemos lo mismo a nuestros enemigos: tal vez podamos hacerles
frente".
9:9 Pero ellos trataban de disuadirlo, diciéndole:
"¡Imposible! Salvemos primero nuestras vidas; después volveremos con
nuestros hermanos para continuar luchando, ya que ahora somos muy pocos".
9:10 Judas les respondió: "¡Eso nunca! No podemos huir
ante ellos. Si es que ha llegado nuestra hora, muramos valientemente por
nuestros hermanos, sin que nuestra gloria sufra menoscabo".
9:11 El ejército enemigo salió del campamento y se aprestó
para enfrentarlos. La caballería se había dividido en dos escuadrones; en
primera línea, avanzaban los más aguerridos, precedidos por los arqueros y los
honderos.
9:12 Báquides estaba en el ala derecha. Las tropas avanzaron
por ambos lados, al sonido de las trompetas.
9:13 Los hombres de Judas también tocaron las trompetas y la
tierra tembló por el estruendo de los ejércitos. La lucha se inició al amanecer
y duró hasta la tarde.
9:14 Judas vio que Báquides y el grueso de su ejército
estaban a la derecha. Entonces los israelitas más decididos se unieron a él
9:15 y derrotaron el ala derecha, persiguiéndola hasta las
últimas estribaciones de la montaña.
9:16 Pero los del ala izquierda, al ver derrotada el ala
derecha, se volvieron contra Judas y los suyos, tomándolos por la espalda.
9:17 La lucha se hizo más encarnizada, y hubo muchas
víctimas de uno y otro bando.
9:18 También cayó Judas y los demás huyeron.
Los funerales de Judas Macabeo
9:19 Jonatán y Simón tomaron a su hermano Judas y lo
sepultaron en el sepulcro de sus padres en Modín.
9:20 Todo Israel lloró e hizo un gran duelo por él, y muchos
días repitieron esta lamentación:
9:21 "¡Cómo ha caído el héroe que salvaba a
Israel!"
9:22 El resto de las acciones de Judas, de sus guerras, de
las proezas que realizó y de sus títulos de gloria no ha sido escrito, porque
fueron innumerables.
JONATÁN, JEFE DE LOS JUDÍOS Y SUMO SACERDOTE
(160-142 a. C.)
Resurgimiento del partido helenista
9:23 Después de la muerte de Judas, reaparecieron los
renegados en todo el territorio de Israel y se envalentonaron los impíos.
9:24 En aquellos días, el hambre asoló el país y la gente se
puso de parte de ellos.
9:25 Báquides eligió a unos hombres impíos y los hizo dueños
del país.
9:26 Ellos buscaban a los amigos de Judas, siguiéndoles las
pistas, y se los llevaban a Báquides, que los castigaba y escarnecía.
9:27 Esta fue una gran tribulación para Israel, como no se
había visto desde que dejaron de manifestarse los profetas.
Jonatán, jefe de la resistencia
9:28 Entonces todos los amigos de Judas se reunieron y
dijeron a Jonatán:
9:29 "Desde la muerte de tu hermano Judas no tenemos un
hombre como él, capaz de enfrentar a nuestros enemigos, a Báquides y a los que
odian a nuestra nación.
9:30 Por eso, hoy te elegimos a ti para que ocupes el lugar
de tu hermano, y seas nuestro jefe y nuestro guía en la lucha que
sostenemos".
9:31 En ese momento Jonatán tomó el mando como sucesor de su
hermano Judas.
La huida de Jonatán y sus partidarios al desierto
9:32 Cuando Báquides lo supo, trató de matarlo.
9:33 Pero Jonatán, su hermano Simón y todos sus partidarios,
al enterarse de esto, huyeron al desierto de Técoa y acamparon junto a las
aguas de la cisterna de Asfar.
9:34 Báquides se enteró el día sábado, y atravesó el Jordán
con todo su ejército.
La muerte de Juan y la represalia contra los jambritas
9:35 Jonatán envió a su hermano Juan, el encargado de
conducir la caravana, a pedir autorización a los nabateos, sus amigos, para
dejarles en depósito su equipaje, que era muy grande.
9:36 Pero los jambritas, que habitaban en Madabá, capturaron
a Juan con todo lo que llevaba, y se fueron con el botín.
9:37 Poco tiempo después, Jonatán y su hermano Simón se
enteraron de que los jambritas celebraban una gran boda y traían de Nabatá, con
mucha pompa, a la novia, hija de uno de los grandes magnates de Canaán.
9:38 Entonces se acordaron del sangriento fin de su hermano
Juan y fueron a esconderse en un repliegue de la montaña.
9:39 Al alzar los ojos, divisaron una numerosa caravana que
avanzaba en medio de un gran tumulto, y vieron que el novio iba a su encuentro,
acompañado de sus amigos y hermanos, al son de tambores e instrumentos
musicales y con mucha gente armada.
9:40 Inmediatamente, salieron de su escondite, se
precipitaron sobre ellos y los masacraron, dejando muchas víctimas. Mientras
los sobrevivientes huían a la montaña, ello se apoderaron de todo el botín.
9:41 Así la boda terminó en duelo y la música en
lamentaciones.
9:42 De esta manera vengaron la sangre de su hermano y
volvieron a las regiones pantanosas del Jordán.
El combate del Jordán
9:43 Cuando Báquides se enteró, fue un día sábado a las
riberas del Jordán con un ejército numeroso.
9:44 Entonces Jonatán arengó a sus hombres, diciendo:
"¡Ánimo! Luchemos por defender nuestras vidas, porque ahora no estamos
como antes.
9:45 El enemigo nos asedia por delante y por detrás, de un
lado están las aguas del Jordán y del otro, los pantanos y las malezas; no hay
escapatoria posible.
9:46 Clamen al Cielo, para que nos salve de nuestros
enemigos".
9:47 Una vez iniciado el combate, Jonatán extendió su brazo
para descargar un golpe sobre Báquides, pero este lo esquivó, echándose atrás.
9:48 Entonces Jonatán y los suyos se tiraron al Jordán y lo
atravesaron a nado, pero sus enemigos no los persiguieron.
9:49 Aquel día murieron unos mil hombres del ejército de
Báquides.
La construcción de plazas fuertes en Judea
9:50 Al volver a Jerusalén, Báquides comenzó a fortificar
algunas ciudades en Judea: las fortalezas de Jericó, Emaús, Betjorón, Betel,
Tamnatá, Faratón y Tefón, protegiéndolas con altas murallas, puertas y
cerrojos.
9:51 En cada una de ellas puso una guarnición para hostigar
a Israel.
9:52 También fortificó la ciudad de Betsur, Guéser y la
Ciudadela, dejando en ellas tropas y depósitos de víveres.
9:53 Después tomó como rehenes a los hijos de las
principales familias del país y los puso bajo custodia en la Ciudadela de
Jerusalén.
La muerte de Álcimo y la retirada de Báquides
9:54 En el segundo mes del año ciento cincuenta y tres,
Álcimo mandó derribar las murallas de la parte interior del Santuario,
destruyendo así la obra de los profetas. Pero al comenzar la demolición,
9:55 sufrió un ataque y la obra se detuvo. Él perdió el
habla y la boca le quedó paralizada, de manera que no pudo hablar más ni dar
ninguna orden en lo referente a su casa.
9:56 Álcimo murió en esa época en medio de grandes
tormentos.
9:57 Al ver que Álcimo había muerto, Báquides regresó adonde
estaba el rey, y así Judá quedó en paz durante dos años.
Nueva campaña de Báquides
9:58 Todos los renegados se confabularon diciendo:
"Jonatán y los suyos viven tranquilos y confiados. Hagamos volver a
Báquides, para que los arreste a todos en una sola noche".
9:59 Ellos fueron a comunicarle su plan,
9:60 y Báquides partió con un gran ejército. Mientras tanto,
envió instrucciones secretas a todos sus aliados de Judea para que se
apoderaran de Jonatán y de sus amigos, pero aquellos no pudieron hacerlo porque
sus planes fueron descubiertos.
9:61 En represalia, Jonatán y sus amigos apresaron a unos
cincuenta hombres entre los cabecillas de la conspiración, y los mataron.
9:62 Jonatán y Simón se retiraron con sus compañeros a
Betbasí, en el desierto, y la fortificaron, restaurando sus ruinas.
9:63 Al saber esto, Báquides reunió a toda su gente y
convocó a sus partidarios de Judea.
9:64 Luego acampó frente a Betbasí y la atacó durante varios
días, emplazando máquinas de guerra.
La victoria de Jonatán
9:65 Pero Jonatán, dejando en la ciudad a su hermano Simón,
hizo una incursión por el país con algunos hombres.
9:66 Derrotó a Odomerá y a sus hermanos, y también a los
hijos de Fasirón en sus propios campamentos. Una vez asestados estos primeros
golpes, volvieron con más fuerzas.
9:67 Simón y los suyos salieron de la ciudad e incendiaron
las máquinas de guerra.
9:68 Lucharon contra Báquides y lo derrotaron, dejándolo muy
abatido porque sus planes y su campaña habían fracasado.
9:69 Por eso se enfureció contra los renegados que le habían
aconsejado regresar al país y mandó ejecutar a muchos de ellos. Después decidió
volver a su país.
El tratado de paz entre Báquides y Jonatán
9:70 Al enterarse de esto, Jonatán envió mensajeros a
Báquides para concertar con él la paz y para que les devolviera los
prisioneros.
9:71 Báquides aceptó la propuesta y le juró no hacerle ningún
daño durante toda su vida;
9:72 le devolvió los prisioneros capturados anteriormente en
Judá y regresó a su país. Y nunca más volvió al territorio de Judea.
9:73 Hubo así paz en Israel y Jonatán se estableció en
Micmás, donde comenzó a gobernar al pueblo y a exterminar a los impíos de en
medio de Israel.
CAPÍTULO 10
Concesiones de Demetrio I a Jonatán
10:1 El año ciento sesenta, Alejandro, hijo de Antíoco, por
sobrenombre Epífanes, desembarcó y ocupó Tolemaida, donde fue bien recibido y
comenzó a reinar.
10:2 Enterado de esto, el rey Demetrio reclutó un ejército
muy numeroso y salió a su encuentro para combatirlo.
10:3 Además, Demetrio envió a Jonatán una carta amistosa,
dándole mayores poderes,
10:4 haciéndose esta reflexión: "Anticipémonos a
negociar la paz con él antes que él la haga con Alejandro en detrimento
nuestro,
10:5 acordándose de los males que le causamos a él, a sus
hermanos y a su nación".
10:6 Demetrio le dio autorización para reclutar tropas,
fabricar armamentos y ser su aliado. También ordenó que le entregaran los
rehenes detenidos en la Ciudadela.
El establecimiento de Jonatán en Jerusalén
10:7 Jonatán fue a Jerusalén y leyó la carta en presencia de
todo el pueblo y de los que ocupaban la Ciudadela.
10:8 Estos últimos quedaron muy atemorizados cuando supieron
que el rey lo había autorizado para reclutar tropas, y
10:9 los de la Ciudadela entregaron los rehenes a Jonatán,
el cual los devolvió a sus familias.
10:10 Jonatán fijó su residencia en Jerusalén y comenzó a
reconstruir y restaurar la ciudad.
10:11 Ordenó a los constructores que reconstruyeran las
murallas y que rodearan el monte Sión con un muro de piedras talladas, y así lo
hicieron.
10:12 Los extranjeros que ocupaban las fortalezas levantadas
por Báquides, huyeron,
10:13 abandonando cada uno su puesto para regresar a su
país.
10:14 Sólo en Betsur quedaron algunos de los que habían
renegado de la Ley y de los mandamientos, porque esa era una ciudad de refugio.
Jonatán investido por Alejandro como Sumo Sacerdote
10:15 El rey Alejandro se enteró de los ofrecimientos que
Demetrio había hecho a Jonatán. También le contaron las guerras y las proezas
que él y sus hermanos habían realizado y las contrariedades que habían
soportado.
10:16 Entonces exclamó: "¿Podremos hallar otro hombre
como este? ¡Hagámoslo ahora mismo nuestro amigo y nuestro aliado!"
10:17 Y en seguida le envió una carta redactada en los
siguientes términos:
10:18 "El rey Alejandro saluda a su hermano Jonatán.
10:19 Hemos oído que eres un guerrero valiente y digno de
nuestra amistad.
10:20 Por eso te nombramos hoy Sumo Sacerdote de tu nación y
te concedemos el titulo de Amigo del rey para que apoyes nuestra causa y nos
asegures tu amistad". Al mismo tiempo, le enviaba una capa de púrpura y
una corona de oro.
10:21 Jonatán se revistió de los ornamentos sagrados el
séptimo mes del año ciento sesenta, en la fiesta de las Chozas; reclutó tropas
y fabricó una gran cantidad de armas.
La carta de Demetrio I a Jonatán
10:22 Apenas supo esto, Demetrio se disgustó mucho y dijo:
10:23 "¿Qué hemos hecho? Alejandro se nos ha
adelantado, ganándose la amistad y el apoyo de los judíos.
10:24 También yo voy a escribirles en términos persuasivos,
ofreciéndoles dignidades y regalos, para que se comprometan a ayudarme".
10:25 Y les escribió en estos términos:
10:26 "El rey Demetrio saluda a la nación de los
judíos. Nos hemos enterado con satisfacción de que ustedes han observado los
pactos hechos con nosotros y han perseverado en nuestra amistad, sin pasarse al
enemigo.
10:27 Continúen guardándonos la misma fidelidad y nosotros
los recompensaremos a cambio de la colaboración que nos prestan.
10:28 Los eximiremos de muchas obligaciones y les haremos
regalos.
v29 Ya desde ahora, los libero a ustedes, y eximo a todos
los judíos, de las contribuciones, del impuesto a la sal y de la entrega de las
coronas de oro.
10:30 Renuncio también, a partir de hoy y para siempre, a
percibir el tercio de los granos y la mitad de los frutos de los árboles que me
corresponden, tanto de Judá como de los tres distritos anexos de Samaría y
Galilea.
10:31 Jerusalén, con su territorio, sus diezmos y derechos,
será sagrada y estará exenta de impuestos.
10:32 Renuncio asimismo a toda autoridad sobre la Ciudadela
de Jerusalén y se la cedo al Sumo Sacerdote, a fin de que establezca en ella a
todos los hombres que él mismo elija para su defensa.
10:33 A todo judío llevado cautivo de Judá a cualquier parte
de mi reino, le concedo la libertad gratuitamente, y ninguno estará obligado a
pagar impuestos, ni siquiera los del ganado.
10:34 Todas las fiestas, los sábados, los novilunios y los
días fijados para las solemnidades —con los tres días que preceden y siguen a
cada fiesta— serán días de inmunidad y exención para todos los judíos
residentes en mi reino:
10:35 nadie tendrá derecho a demandar o inquietar a ninguno
de ellos por ningún motivo.
v36 En los ejércitos del rey se alistarán hasta treinta mil
judíos que percibirán el mismo sueldo que las demás tropas del rey.
10:37 Algunos de ellos serán apostados en las principales
fortalezas del rey y otros ocuparán cargos de confianza en el reino. Sus jefes
y oficiales serán elegidos entre ellos y todos podrán vivir conforme a sus
leyes, tal como lo ha dispuesto el rey para el país de Judá.
10:38 Los tres distritos de la provincia de Samaría,
incorporados a Judea, quedarán anexados definitivamente a ella y considerados
como parte suya, de manera que dependan de un solo jefe y no estén sometidos a
otra autoridad que la del Sumo Sacerdote.
10:39 Doy como presente al Templo de Jerusalén la ciudad de
Tolemaida y sus alrededores, para cubrir las expensas del Santuario.
10:40 Por mi parte, daré cada año quince mil siclos de
plata, que se tomarán de los ingresos del rey en los lugares apropiados.
10:41 Toda la cantidad que los agentes del fisco han dejado
de pagar, como se hacía en los años precedentes, será entregada desde ahora
para las obras del Templo.
10:42 Además, los cinco mil siclos de plata que se solían
recaudar cada año de los ingresos del Santuario quedarán condonados en
beneficio de los sacerdotes que ejercen el culto.
10:43 Todos aquellos que por una deuda al Tesoro real o por
cualquier otra causa se refugien en el Templo de Jerusalén o en alguna de sus
dependencias, quedarán absueltos, ellos con las posesiones que tengan en mi
reino.
10:44 Los gastos para las obras de construcción y reparación
del Santuario, correrán por cuenta del rey.
10:45 También estarán a cargo del rey la construcción de las
murallas de Jerusalén y la fortificación de su recinto, lo mismo que la
reconstrucción de las murallas en las ciudades de Judea".
Rechazo de la propuesta de Demetrio I
10:46 Cuando Jonatán y el pueblo oyeron estas palabras, no
les dieron crédito ni las aceptaron, porque se acordaban del enorme daño que
Demetrio había causado a Israel y de la opresión a que los había sometido.
10:47 Entonces se decidieron por Alejandro porque, a su
parecer, les hacía mejores propuestas de paz, y fueron siempre sus aliados.
La muerte de Demetrio I
10:48 El rey Alejandro reunió un gran ejército y tomó
posiciones contra Demetrio.
10:49 Ambos reyes entablaron batalla, y el ejército de
Alejandro emprendió la retirada. Demetrio los persiguió y se impuso sobre
ellos.
10:50 Y aunque combatió encarnizadamente hasta la puesta del
sol, Demetrio sucumbió aquel día.
La alianza de Alejandro con Tolomeo VI
10:51 Alejandro mandó una embajada a Tolomeo, rey de Egipto,
con este mensaje.
10:52 "Yo he vuelto a mi reino, y me he sentado en el
trono de mis padres, adueñándome del poder. Después de derrotar a Demetrio, he
tomado posesión de mi país,
10:53 porque combatí con él, lo derroté, a él y a su
ejército, y ocupé su trono real.
10:54 Establezcamos ahora vínculos de amistad entre
nosotros: dame a tu hija por esposa, y yo seré tu yerno, y a ti y a ella les
haré regalos dignos de ti".
10:55 El rey Tolomeo respondió en estos términos:
"¡Feliz el día en que regresaste al país de tus padres, para sentarte en
su trono real!
10:56 Voy a cumplir ahora mismo lo que tú has escrito. Ven hasta
Tolemaida para que nos entrevistemos, y yo seré tu suegro como tú lo has
dicho".
10:57 Tolomeo partió de Egipto con su hija Cleopatra y llegó
a Tolemaida, el año ciento sesenta y dos.
10:58 El rey Alejandro fue a su encuentro, y Tolomeo le
entregó a su hija Cleopatra, celebrándose la boda en Tolemaida con la
magnificencia propia de los reyes.
Jonatán constituido gobernador de Judea
10:59 Luego Alejandro escribió a Jonatán para que fuera a
entrevistarse con él.
10:60 Este fue a Tolemaida con gran pompa; allí se
entrevistó con los dos reyes y los obsequió con plata y oro, ofreciendo además
numerosos presentes a sus Amigos. De esa manera se ganó el favor de ellos.
10:61 Entonces un grupo de prevaricadores, la gente más
indeseable de Israel, se confabularon contra él y lo acusaron ante el rey. Pero
este, en lugar de hacerles caso,
10:62 ordenó que quitaran a Jonatán la ropa que tenía puesta
y lo vistieran de púrpura. Así lo hicieron.
10:63 El rey lo hizo sentar a su lado y dijo a sus
dignatarios: "Recorran con él la ciudad y proclamen que nadie se atreva a
levantar ninguna acusación contra él ni a molestarlo por ningún motivo".
10:64 Apenas sus detractores vieron los honores que le
tributaban, los términos de la proclama y la púrpura con que estaba revestido,
se dieron a la fuga.
10:65 El rey lo honró inscribiéndolo entre sus principales
Amigos, y lo constituyó general y gobernador.
10:66 Así Jonatán regresó a Jerusalén en paz y lleno de
alegría.
El desafío de Apolonio a Jonatán
10:67 El año ciento sesenta y cinco, Demetrio, hijo de
Demetrio, llegó al país de sus padres, procedente de Creta,
10:68 y Alejandro, muy contrariado por esta noticia regresó
a Antioquía.
10:69 Demetrio designó general a Apolonio, el gobernador de
la Celesiria, y este reclutó un numeroso ejército y acampó en Iamnia, enviando
a decir al Sumo Sacerdote Jonatán:
10:70 "Tú eres el único que te rebelas contra nosotros,
y a causa de ti, yo soy objeto de burla y de desprecio. ¿Por qué usas de tu
autoridad contra nosotros en las montañas?
10: 71 Si realmente confías en tus tropas, baja ahora a
medirte con nosotros en la llanura, porque yo cuento con las tropas de las
ciudades.
10:72 Averigua, y sabrás quién soy yo y quiénes son los que
nos ayudan: ellos dicen que ustedes no pueden resistirnos, ya que dos veces
fueron derrotados tus padres en su propio país.
10:73 Ahora no podrás enfrentar a la caballería y a un
ejército tan grande en esta llanura, donde no hay una piedra, ni una roca, ni
un sitio donde refugiarse".
La derrota de Apolonio
10:74 Cuando Jonatán escuchó el mensaje de Apolonio, se
turbó profundamente. Entonces eligió a diez mil hombres y salió de Jerusalén.
Su hermano Simón se unió a él para ayudarlo.
10:75 Luego acampó frente a Jope, pero los habitantes de la
ciudad le cerraron las puertas porque allí había una guarnición de Apolonio.
Apenas comenzó el ataque,
10:76 los habitantes de la ciudad, aterrorizados, le
abrieron las puertas, y así Jonatán se adueñó de Jope.
10:77 Al enterarse de esto, Apolonio puso en pie de guerra
tres mil jinetes y una numerosa infantería, y partió en dirección a Azoto, como
si fuera de paso; pero al mismo tiempo se iba adentrando en la llanura,
confiado en su numerosa caballería.
10:78 Jonatán lo persiguió en dirección a Azoto, y los dos
ejércitos entablaron batalla.
10:79 Apolonio había dejado mil jinetes ocultos a espaldas
de ellos.
10:80 Pero Jonatán se dio cuenta de que estaban emboscados
detrás de él. Los enemigos rodearon a su ejército, arrojándole flechas durante
todo el día.
10:81 Las tropas se mantuvieron firmes, como lo había
ordenado Jonatán, mientras que los caballos de los enemigos se cansaron.
v82 Entonces Simón hizo avanzar sus escuadrones y atacó a la
infantería, porque la caballería estaba extenuada: así los derrotó y los obligó
a huir.
10:83 La caballería se desbandó por la llanura, y los
fugitivos huyeron a Azoto y entraron en la Casa de Dagón, el templo de su
ídolo, para ponerse a salvo.
10:84 Jonatán incendió a Azoto y a las ciudades vecinas y se
apoderó del botín. También incendió el templo de Dagón, con todos los que se
habían refugiado en él.
10:85 Los que perecieron por la espada o por el fuego fueron
unos ocho mil hombres.
10:86 Luego Jonatán partió de allí y acampó frente a
Ascalón, cuyos habitantes salieron a recibirlo con grandes honores.
10:87 Después regresó con su gente a Jerusalén, llevando
consigo un gran botín.
10:88 Cuando el rey Alejandro se enteró de todo esto,
concedió nuevos honores a Jonatán:
10:89 le envió un prendedor de oro, como se acostumbra
conceder a los parientes de los reyes, y le dio en propiedad Acarón con todo su
territorio.
CAPÍTULO 11
La campaña de Tolomeo VI contra Alejandro
11:1 El rey de Egipto reunió un ejército tan numeroso como
la arena que hay a orillas del mar y una gran flota, porque pretendía
apoderarse con astucia del reino de Alejandro y unirlo al suyo.
11:2 Entonces se dirigió a Siria con pretextos pacíficos, y
los habitantes de las ciudades le abrían las puertas y salían a su encuentro,
porque Alejandro había dado orden de recibirlo, ya que era su suegro.
11:3 A medida que Tolomeo entraba en las ciudades, dejaba
una guarnición en cada una de ellas.
11:4 Cuando estuvo cerca de Azoto le mostraron el templo de
Dagón incendiado, la ciudad y sus alrededores en ruinas, los cadáveres
esparcidos y los restos calcinados de los que habían sido quemados en la
batalla, porque los habían amontonado por donde iba a pasar el rey.
11:5 Entonces contaron al rey todo lo que había hecho Jonatán,
esperando que lo desaprobara, pero el rey guardó silencio.
11:6 Jonatán, por su parte, fue a encontrarse con el rey en
Jope con gran pompa: ambos se saludaron y pasaron la noche allí.
11:7 Después Jonatán acompañó al rey hasta el río llamado
Eléuteros, y de allí regresó a Jerusalén.
11:8 El rey Tolomeo se adueñó de las ciudades del litoral
hasta Seleucia Marítima. Mientras tanto, maquinaba sus planes contra Alejandro.
La alianza de Tolomeo VI con Demetrio II
11:9 A tal efecto, Tolomeo mandó una embajada al rey
Demetrio, con este mensaje: "Hagamos una alianza entre nosotros. Yo te
daré a mi hija, la que ahora tiene Alejandro, y tú serás rey en el reino de tu
padre.
11:10 Estoy arrepentido de habérsela entregado, ya que él
trató de asesinarme".
11:11 En realidad, le hacía estos cargos porque ambicionaba
su reino.
11:12 Entonces quitó su hija a Alejandro y se la dio a
Demetrio: así rompió con Alejandro y se puso en evidencia su enemistad.
11:13 Después entró en Antioquía y se ciñó la corona de
Asia, poniendo así sobre su frente dos coronas, la de Egipto y la de Asia.
La muerte de Alejandro y de Tolomeo VI
11:14 En ese momento el rey Alejandro se encontraba en
Cilicia, porque la gente de aquella región se había rebelado.
11:15 Apenas se enteró, salió a combatirlo, pero Tolomeo se
movilizó con un poderoso ejército y lo derrotó.
11:16 Alejandro huyó a Arabia en busca de refugio, y el rey
Tolomeo quedó dueño de la situación.
11:17 El árabe Zabdiel le cortó la cabeza a Alejandro y se
la envió a Tolomeo.
11:18 Pero tres días después murió también Tolomeo, y los
habitantes de las plazas fuertes mataron a los egipcios acantonados en ellas.
11:19 Demetrio comenzó a reinar el año ciento sesenta y
siete.
Las relaciones de Jonatán con Demetrio II
11:20 En ese tiempo, Jonatán reunió a los habitantes de
Judea para atacar la Ciudadela de Jerusalén y con ese fin levantó numerosas
máquinas de guerra.
11:21 Algunos renegados, enemigos de su propia nación,
acudieron al rey y le anunciaron que Jonatán tenía sitiada a la Ciudadela.
11:22 Esta noticia lo enfureció y en seguida se puso en
marcha y fue a Tolemaida. Al mismo tiempo, escribió a Jonatán, ordenándole
suspender el asedio e ir lo antes posible a Tolemaida para entrevistarse con
él.
11:23 Cuando Jonatán se enteró de esto, ordenó continuar el
asedio y decidió enfrentar él mismo el peligro: eligió un grupo de ancianos y
sacerdotes de Israel,
11:24 y fue a Tolemaida a entrevistarse con el rey, llevando
consigo plata, oro, vestiduras y muchos otros regalos. De esta manera, se ganó
el favor del rey.
11:25 Algunos renegados de su nación lo acusaron,
11:26 pero el rey lo trató como lo habían hecho sus
predecesores y lo honró en presencia de todos sus Amigos.
11:27 Lo confirmó en el sumo sacerdocio y en todos los altos
cargos que había tenido antes, y le dio un lugar preeminente entre sus
principales Amigos.
11:28 Jonatán pidió al rey que eximiera de impuestos a Judea
y a los tres distritos de Samaría, prometiéndole en cambio trescientos
talentos.
11:29 El rey lo aprobó y extendió a Jonatán un documento
acerca de lo conversado, en los siguientes términos:
Nuevo documento de Demetrio II en favor de los judíos
11:30 "El rey Demetrio saluda a su hermano Jonatán y al
Pueblo judío.
11:31 A título de información, les adjuntamos una copia de
la carta que hemos escrito acerca de ustedes a nuestro pariente Lástenes.
11:32 El rey Demetrio saluda a su padre Lástenes.
11:33 Por sus buenos sentimientos hacia nosotros, hemos
decidido favorecer al Pueblo judío, que es Amigo nuestro y respeta nuestros
derechos.
11:34 Les confirmamos los límites territoriales de Judea,
con los tres distritos de Aferema, Lida y Ramataim. Estos, con todas sus
adyacencias, fueron separados de Samaría y anexados a Judea, para beneficio de
los que ofrecen sacrificios en Jerusalén, en compensación por los impuestos
reales que el rey percibía de ellos cada año, sobre los productos de la tierra
y los frutos de los árboles.
11:35 En lo que respecta a nuestros otros derechos —los
diezmos, los impuestos que nos corresponden de las salinas, y las coronas de
oro— a partir de ahora, los declaramos exentos de toda obligación.
11:36 Ninguna de estas concesiones será derogada de ahora en
adelante.
11:37 Manden hacer una copia de este documento, para
entregarla a Jonatán y exponerla en la Montaña santa, en lugar bien
visible".
Intrigas de Trifón contra Demetrio II
11:38 El rey Demetrio vio que todo el país estaba en calma
bajo su mando y que no encontraba ninguna resistencia. Entonces licenció a su
ejército, enviando a cada uno a su casa, excepto a los extranjeros que había
reclutado en las islas de las naciones. Por este motivo, se atrajo la
hostilidad de todas las tropas de sus antepasados.
11:39 Trifón, antiguo partidario de Alejandro, al ver que
todas esas tropas protestaban contra Demetrio, fue a ver al árabe Imalcué,
preceptor de Antíoco, el hijo de Alejandro.
11:40 Lo presionó para que se lo entregara, a fin de que
reinara en lugar de su padre; lo puso al corriente de todo lo que había hecho
Demetrio y del odio que le tenían sus tropas, y permaneció allí mucho tiempo.
La ayuda de Jonatán a Demetrio II
11:41 Entre tanto, Jonatán pidió al rey Demetrio que
retirara las guarniciones de la Ciudadela de Jerusalén y de las plazas fuertes,
porque hostigaban continuamente a Israel.
11:42 Demetrio mandó decir a Jonatán: "No sólo haré por
ti y por tu nación lo que me pides, sino que te colmaré de honores a ti y a tu
nación apenas se me presente la ocasión favorable.
11:43 Pero ahora harías bien en enviarme algunos hombres en
mi auxilio, porque todas mis tropas han desertado".
11:44 Jonatán le envió a Antioquía tres mil soldados
aguerridos, y cuando se presentaron al rey, este se alegró de su llegada.
Rebelión del pueblo contra Demetrio II
11:45 Pero los habitantes de la ciudad, unos ciento veinte
mil hombres, se amotinaron en las calles con la intención de matar al rey.
11:46 Este se refugió en su palacio, mientras la gente
ocupaba las calles y comenzaba el ataque.
v47 Entonces el rey pidió auxilio a los judíos, y ellos se
agruparon todos juntos alrededor de él. Luego se dispersaron por la ciudad, y
ese día mataron a unas cien mil personas.
v48 Después incendiaron la ciudad y recogieron ese mismo día
un cuantioso botín, salvando así al rey.
11:49 Cuando la gente vio que los judíos dominaban
completamente la ciudad, se desanimaron y comenzaron a suplicar al rey:
11:50 "¡Hagamos las paces! ¡Que esos judíos dejen de
atacarnos a nosotros y a la ciudad!"
11:51 Y deponiendo las armas, hicieron la paz. Los judíos se
cubrieron de gloria delante del rey y de todos sus vasallos, y regresaron a
Jerusalén con un abundante botín.
11:52 Así el rey Demetrio se afianzó en su trono real, y el
país quedó pacificado bajo su mando.
11:53 Pero luego faltó a sus promesas y se distanció de
Jonatán, no correspondiendo a los servicios que le había prestado y
ocasionándole grandes sufrimientos.
Derrota de Demetrio II y coronación de Antíoco VI
11:54 Después de un tiempo, regresó Trifón, acompañado de
Antíoco, que todavía era muy joven, y este ocupó el trono, ciñéndose la corona.
11:55 Todas las tropas dadas de baja por Demetrio se pusieron
de su parte y lucharon contra Demetrio, lo derrotaron y lo obligaron a huir.
11:56 Trifón se apoderó de los elefantes y ocupó Antioquía.
Las relaciones amistosas de Antíoco VI con Jonatán
11:57 Entonces el joven Antíoco escribió a Jonatán, en estos
términos: "Te confirmo en el sumo sacerdocio, te pongo al frente de los
cuatro distritos y quiero que te cuentes entre los Amigos del rey".
11:58 Al mismo tiempo, le envió una vajilla de oro y un
juego completo de mesa, autorizándolo a beber en copas de oro, a vestirse de
púrpura y a llevar un prendedor de oro.
11:59 A su hermano Simón lo designó comandante desde la
Escalera de Tiro hasta la frontera de Egipto.
Nuevas campañas de Jonatán
11:60 Jonatán salió a hacer un recorrido por la región y las
ciudades de este lado del Éufrates, donde se le incorporaron todas las tropas
sirias como aliados de guerra. Cuando llegó a Ascalón, sus habitantes salieron
a recibirlo con muchos honores.
11:61 De allí pasó a Gaza, pero los habitantes le cerraron
las puertas. Entonces sitió la ciudad y saqueó e incendió sus alrededores.
11:62 Los habitantes de Gaza fueron a pedirle clemencia y
Jonatán hizo las paces con ellos, pero tomó como rehenes a los hijos de los
jefes y los envió a Jerusalén. Luego atravesó el país en dirección a Damasco.
Triunfo de Jonatán sobre los generales de Demetrio II
11:63 Jonatán se enteró de que los generales de Demetrio se
encontraban cerca de Quedes de Galilea con un ejército numeroso, para hacerlo
desistir de su proyecto.
11:64 Entonces dejó en el país a su hermano Simón y salió al
encuentro de ellos.
11:65 Simón acampó frente a Betsur, la atacó durante muchos
días y la sitió.
11:66 Sus habitantes le hicieron una propuesta de paz y él
la aceptó, pero los obligó a evacuar la ciudad, y se apoderó de ella, poniendo
allí una guarnición.
11:67 Jonatán y su ejército acamparon junto al algo de
Genesaret y, muy de madrugada, llegaron a la llanura de Asor.
11:68 El ejército extranjero les salió al encuentro en la
llanura, dejando algunos hombres emboscados en las montañas. Mientras el
ejército avanzaba de frente,
11:69 los que estaban emboscados salieron de sus puestos y
entraron en combate.
11:70 Los hombres de Jonatán huyeron y no quedó ni uno solo,
a excepción de Matatías, hijo de Absalón, y de Judas, hijo de Calfí, generales
del ejército.
11:71 Jonatán rasgó sus vestiduras, se cubrió de polvo la
cabeza y oró.
11:72 Luego reanudó el combate, derrotó al enemigo y lo puso
en fuga.
11:73 Al ver esto, los hombres de Jonatán que huían se
unieron de nuevo a él, persiguieron juntos al enemigo hasta su campamento en
Quedes, y acamparon allí.
11:74 Aquel día cayeron unos tres mil hombres del ejército
extranjero. Después Jonatán regresó a Jerusalén.
CAPÍTULO 12
Embajadas de Jonatán a Roma y Esparta
12:1 Jonatán, al ver que las circunstancias le eran
favorable, eligió a unos cuantos hombres y los envió a Roma para confirmar y
renovar la amistad con los romanos.
12:2 También envió cartas a los espartanos y a otros lugares
en el mismo sentido.
12:3 Cuando los judíos llegaron a Roma y se presentaron ante
el Senado, dijeron: "El Sumo Sacerdote Jonatán y la nación de los judíos
nos han enviado para que ustedes renueven con ellos la amistad y el pacto, tal
como quedó establecido anteriormente".
12:4 El Senado les dio un salvoconducto para los distintos
países, a fin de que les permitieran llegar sanos y salvos al país de Judá.
12:5 Esta es la copia de la carta que Jonatán escribió a los
espartanos:
12:6 "Jonatán, Sumo Sacerdote, el consejo de la nación,
los sacerdotes y todo el Pueblo judío saludan a sus hermanos de Esparta.
12:7 Ya en tiempos pasados, Areios, que reinaba entre
ustedes, envió una carta al Sumo Sacerdote Onías en la que le decía que ustedes
son hermanos nuestros, como lo atestigua la copia adjunta.
12:8 Onías recibió al embajador con todos los honores, y
aceptó la carta que hablaba claramente de pacto y amistad.
12:9 Ahora nosotros, aunque no tenemos necesidad de estas
cosas, porque encontramos el consuelo en los Libros santos que están en
nuestras manos,
12:10 nos hemos permitido enviarles embajadores para renovar
la fraterna amistad que nos liga con ustedes, a fin de no comportarnos como
extraños, ya que ha pasado mucho tiempo desde que nos escribieron.
12:11 En todo momento nos acordamos de ustedes, particularmente
en las fiestas y en otros días apropiados, cuando ofrecemos los sacrificios y
hacemos oración, ya que es justo y conveniente acordarse de los hermanos.
12:12 Nos alegramos mucho de la gloria de ustedes.
12:13 Nosotros, en cambio, nos hemos visto envueltos en
muchas tribulaciones y guerras, y hemos sido atacados por los reyes vecinos.
12:14 Pero no hemos querido molestarlos, ni a ustedes ni a
nuestros otros aliados y amigos, con motivo de estas guerras,
12:15 porque contamos con el auxilio del Cielo que nos
asiste constantemente. Así fuimos liberados de nuestros enemigos y ellos
quedaron humillados.
12:16 Ahora hemos elegido a Numenio, hijo de Antíoco, y a
Antípatro, hijo de Jasón, y los hemos enviado a los romanos para renovar con
ellos nuestro antiguo pacto de amistad.
12:17 Además, les ordenamos que fueran a saludarlos a
ustedes y les entregaran la carta con la que queremos renovarles nuestra
fraternidad.
12:18 Tengan ahora la bondad de respondernos".
12:19 Esta es la copia de la carta que había sido enviada a
Onías:
12:20 "Areios, rey de los espartanos, saluda a Onías,
Sumo Sacerdote.
12:21 En un documento que trata de los espartanos y los
judíos, consta que son hermanos y que pertenecen a la raza de Abraham.
12:22 Ahora que sabemos esto, hagan el favor de escribirnos
para ver cómo están.
12:23 Nosotros, por nuestra parte, les escribimos: El ganado
y todos los bienes de ustedes son nuestros, y los nuestros son de ustedes. En
consecuencia, ordenamos que se les envíe un mensaje para comunicarles
esto".
Campañas de Jonatán en Celesiria y de Simón en Filistea
12:24 Jonatán tuvo noticias de que los generales de Demetrio
habían regresado con un ejército más numeroso que el anterior, para combatir
contra él.
12:25 Partió entonces de Jerusalén y fue a enfrentarlos en
la región de Jamat, sin dejarles tiempo a que invadieran sus dominios.
12:26 Envió espías al campamento enemigo y estos, al
regresar, le anunciaron que los sirios se estaban preparando para atacarlos
durante la noche.
12:27 Al ponerse el sol, Jonatán ordenó a sus hombres que
velaran toda la noche con las armas en la mano, listos para entrar en combate,
y estableció puestos de avanzada alrededor del campamento.
12:28 Cuando los enemigos supieron que Jonatán y sus hombres
estaban preparados para el combate, sintieron un gran temor y encendieron
fogatas en su campamento.
12:29 Pero Jonatán y los suyos, como veían arder las
hogueras, no se dieron cuenta de su partida hasta el amanecer.
12:30 Jonatán los persiguió, pero no pudo alcanzarlos,
porque ya habían pasado el río Eléutero.
12:31 Entonces Jonatán se volvió contra los árabes llamados
sabadeos, los derrotó y se apoderó del botín.
12:32 Luego reanudó la marcha hacia Damasco y recorrió toda
la región.
12:33 Simón, por su parte, hizo una expedición hasta Ascalón
y las fortalezas vecinas. Se volvió luego hacia Jope y la tomó,
12:34 porque se había enterado de que sus habitantes querían
entregar la plaza fuerte a los hombres de Demetrio. Por eso dejó en ella una
guarnición para defenderla.
Fortificaciones de Jonatán en Judea
12:35 A su regreso, Jonatán reunió en asamblea a los
ancianos del pueblo y decidió con ellos construir fortalezas en Judea.
12:36 También resolvió elevar las murallas de Jerusalén y
levantar un gran muro entre la Ciudadela y el resto de la ciudad, a fin de
separarlas, de manera que la Ciudadela quedara aislada y sus habitantes no
pudieran comprar ni vender.
12:37 Se reunieron entonces para reconstruir la ciudad,
porque se había caído la parte de la muralla que da al torrente oriental, y
también se restauró la parte llamada Cafenatá.
12: 38 Simón, por su lado, reconstruyó Adidá en la Sefelá,
la fortificó y la aseguró con puertas y cerrojos.
La caída de Jonatán en manos de Trifón
12:39 Mientras tanto, Trifón aspiraba a reinar sobre Asia y
a ceñirse la corona, eliminando al rey Antíoco.
12:40 Temiendo que Jonatán se lo impidiera y le hiciera la
guerra, buscaba la manera de detenerlo para deshacerse de él. Entonces se puso
en marcha y llegó a Betsán.
12:41 Jonatán salió a su encuentro con cuarenta mil hombres
elegidos para la guerra y también llegó a Betsán.
12:42 Trifón, al ver que se presentaba con un ejército tan
numeroso, no se atrevió a enfrentarlo.
12:43 Lo recibió con grandes honores, lo recomendó a todos
sus Amigos, le hizo regalos y ordenó a sus Amigos y a sus tropas que lo
obedecieran como a él mismo.
v44 Luego dijo a Jonatán: "¿Por qué has fatigado a toda
esta gente sino hay guerra entre nosotros?
12:45 Mándalos ahora mismo a sus casas, quédate con una
pequeña escolta y ven conmigo a Tolemaida. Yo te la entregaré con las otras
plazas fuertes, el resto de las tropas y todos los funcionarios. Enseguida
emprenderé el regreso, porque para eso he venido".
12:46 Jonatán confió en él e hizo lo que Trifón le había
dicho: licenció las tropas, que se retiraron al país de Judea,
12:47 y no se reservó más que tres mil soldados, dejando a
dos mil en Galilea y haciéndose acompañar por los otros mil.
12:48 Pero apenas entró Jonatán en Tolemaida, sus habitantes
cerraron las puertas, lo apresaron y pasaron al filo de la espada a todos los
que habían entrado con él.
12:49 Luego Trifón envió tropas y caballería a Galilea y a
la Gran Llanura para acabar con todos los partidarios de Jonatán.
12:50 Pero estos, al darse cuenta que Jonatán había sido
apresado y que había perecido con todos sus acompañantes, se animaron uno a
otros y avanzaron en filas bien compactas, resueltos a luchar.
12:51 Sus perseguidores, viendo que estaban resueltos a
jugarse la vida, emprendieron la retirada.
12:52 Así pudieron regresar sanos y salvos al país de Judá,
donde lloraron a Jonatán y a sus compañeros, en medio de un gran temor. Hubo un
gran duelo en Israel, 53 y todos los pueblos vecinos trataban de exterminarlos,
porque decían: "Ya no tienen jefe ni nadie que los ayude. Ataquémolos
ahora mismo, y borremos su recuerdo de entre los hombres".
SIMÓN, SUMO SACERDOTE Y ETNARCA DE LOS JUDÍOS (142-134 a.
C.)
CAPÍTULO 13
Simón, sucesor de Jonatán
13:1 Simón supo que Trifón había reunido un gran ejército
para invadir y devastar a Judea.
13:2 Viendo que el pueblo era presa del pánico, subió a
Jerusalén, reunió a sus habitantes
13:3 y los exhortó, diciéndoles: "Ustedes saben muy
bien todo lo que yo, mis hermanos y la familia de mi padre hemos hecho por las
leyes y el Santuario, y las guerras y tribulaciones que hemos soportado.
13:4 A causa de esto, todos mis hermanos han muerto por
Israel y he quedado yo solo.
13:5 ¡Pero lejos de mí tratar de ponerme a salvo en los
momentos de peligro, ya que no valgo más que mis hermanos!
13:6 Al contrario, vengaré a mi nación, al Santuario, a las
mujeres y a los hijos de ustedes, porque todos los pueblos, por el odio que nos
tienen, se han unido para exterminarnos".
13:7 Al oír estas palabras, se enardeció el espíritu del
pueblo
13:8 y todos le respondieron a una sola voz: "Tú eres
nuestro jefe, en lugar de Judas y de tu hermano Jonatán:
13:9 dirige nuestra guerra, y nosotros haremos todo lo que
nos mandes".
13:10 Luego reunió a todos los hombres aptos para la guerra,
se apresuró a terminar los muros de Jerusalén y fortificó todo su contorno.
13:11 En seguida envió a Jonatán, hijo de Absalón, a Jope,
con un buen número de hombres, y este expulsó a sus habitantes y se estableció
en ella.
Retirada de Trifón frente a Simón y muerte de Jonatán
13:12 Trifón partió de Tolemaida al frente de un gran
ejército para invadir el país de Judá, llevando prisionero consigo a Jonatán.
13:13 Entonces Simón acampó en Adidá, frente a la llanura.
13:14 Al enterarse Trifón de que Simón había sucedido en el
mando a su hermano Jonatán y que estaba preparado para combatir con él, le
envió mensajeros para decirle:
13:15 "Tenemos en nuestro poder a tu hermano Jonatán
por las deudas contraídas con el tesoro real en el desempeño de su cargo.
13:16 Envíanos cien talentos de plata y a dos de sus hijos
como rehenes, no sea que una vez puesto en libertad se vuelva contra nosotros.
Sólo así lo soltaremos".
13:17 Simón, aunque se dio cuenta del engaño, mandó traer el
dinero y a los niños, a fin de no provocar una fuerte oposición de parte del
pueblo,
13:18 que de lo contrario hubiera dicho: "Por no
haberle enviado el dinero y a los niños, ha muerto Jonatán".
13:19 Entonces envió a los niños, junto con los cien
talentos, pero Trifón faltó a su palabra y no liberó a Jonatán.
13:20 Después de esto, se puso en marcha para invadir el
país y devastarlo. Dio un rodeo por el camino de Adorá, mientras Simón y su
ejército le seguían los pasos por todas las partes donde iba.
13:21 Al mismo tiempo, los de la Ciudadela enviaban
mensajeros a Trifón, instándolo a que viniera por el desierto y les hiciera
llegar víveres.
13:22 Trifón dispuso toda su caballería para ir, pero
aquella noche cayó tanta nieve que no pudo avanzar. Por eso partió y se fue a
Galaad.
13:23 En las cercanías de Bascamá, hizo matar a Jonatán, que
fue enterrado allí mismo.
13:24 Luego Trifón dio la vuelta y volvió a su país.
La sepultura de Jonatán en Modín
13:25 Simón mandó recoger los restos de su hermano Jonatán y
les dio sepultura en Modín, la ciudad de sus padres.
13:26 Todo Israel hizo un gran duelo por él y lo lloraron
durante muchos días.
13:27 Simón construyó sobre el sepulcro de su padre y de sus
hermanos un mausoleo bien alto, de manera que pudiera verse, cubriéndolo por
detrás y por delante con piedras pulidas.
13:28 Levantó siete pirámides, una frente a otra, dedicadas
a su padre, a su madre y a sus cuatro hermanos.
13:29 Las adornó, rodeándolas de grande columnas y sobre
estas colocó escudos con armas, en recuerdo eterno. Junto a las armas, hizo
esculpir unas naves, para que las vieran los que navegan por el mar.
13:30 Este es el mausoleo que construyó en Modín y que
existe hasta el día de hoy.
Acuerdo entre Simón y Demetrio II
13:31 Trifón, que actuaba insidiosamente con el joven rey
Antíoco, terminó por matarlo.
13:32 Ocupó su trono y se ciñó la corona de Asia, causando
grandes estragos en el país.
13:33 Simón, por su parte, reparó las fortalezas de Judea,
las rodeó de altas torres y de grandes murallas con puertas y cerrojos, y
almacenó víveres en ellas.
13:34 Después eligió a algunos hombres y los envió al rey
Demetrio, para que este concediera al país una remisión de impuestos, ya que
Trifón no había hecho más que cometer depredaciones.
13:35 El rey Demetrio accedió a su demanda, y le escribió
esta carta:
13:36 "El rey Demetrio saluda a Simón, Sumo Sacerdote y
amigo de reyes, a los ancianos y a la nación de los judíos.
13:37 Hemos recibido la corona de oro y el ramo de palma que
ustedes nos enviaron y estamos dispuestos a otorgarles una paz completa y a
ordenar a los funcionarios que les concedan la exención de las deudas.
13:38 Todo lo que hemos decretado en favor de ustedes
mantendrá su vigencia, y quedarán en poder de ustedes las fortalezas que han
construido.
13:39 Les indultamos los errores y delitos cometidos hasta
el día de hoy y renunciamos a la corona que nos deben. Si se percibía algún
otro impuesto de Jerusalén, ya no será exigido.
13:40 Si alguno de ustedes es apto para enrolarse en nuestro
séquito, podrá inscribirse. Y que haya paz entre nosotros".
13:41 El año ciento setenta Israel fue liberado del yugo de
las naciones.
13:42 A partir de entonces, el pueblo comenzó a escribir en
los documentos y contratos: "Año primero de Simón, Sumo Sacerdote insigne
y general en jefe de los Judíos".
Gázara conquistada por Simón
13:43 En aquellos días Simón acampó frente a Gázara y la
sitió con sus tropas. Fabricó una torre móvil de asalto y la acercó a la
ciudad; así embistió uno de los baluartes y lo tomó.
13:44 Los que estaban en la torre saltaron al interior de la
ciudad y se produjo entre la gente una gran conmoción.
13:45 Los habitantes de la ciudad, con sus mujeres y sus
niños, subieron a la muralla, rasgándose las vestiduras y pidiendo a gritos a
Simón que les concediera la paz.
13:46 "No nos trates, le decían, según nuestras
maldades, sino según tu misericordia".
13:47 Entonces Simón se reconcilió con ellos y dejó de
atacarlos, pero los expulsó de la ciudad y purificó las casas donde había
ídolos. Así entró en la ciudad, entonando himnos y bendiciones.
13:48 Después de limpiarla de toda impureza, estableció en
ella gente que practicaba la Ley, la fortificó y se construyó una residencia.
La victoria de Simón sobre la Ciudadela de Jerusalén
13:49 Los que ocupaban la Ciudadela de Jerusalén, como no
podían ir y venir por la región para comprar y vender, se vieron acosados por
el hambre, y muchos de ellos murieron de inanición.
13:50 Entonces clamaron a Simón, pidiéndole la paz. Él se la
concedió, pero los expulsó de allí y purificó la Ciudadela de toda
contaminación.
13:51 Los judíos entraron en ella el día veintitrés del
segundo mes del año ciento setenta y uno, con vítores y palmas, al son de
arpas, címbalos y cítaras, y entonando himnos y cantos, porque un gran enemigo
había sido exterminado de Israel.
13:52 Simón dispuso que este día se celebrara cada año
jubilosamente. Luego fortificó la montaña del Templo a lo largo de la Ciudadela
y se estableció allí con los suyos.
13:53 Y al ver que su hijo Juan era ya un hombre, lo nombró
general de todas las tropas. Juan vivía en Gázara.
CAPÍTULO 14
Demetrio II, prisionero de los persas
14:1 El año ciento setenta y dos el rey Demetrio reunió sus
tropas y se dirigió a Media, a fin de obtener ayuda para combatir a Trifón.
14:2 Arsaces, rey de Persia y Media, al saber que Demetrio
había penetrado en su territorio, envió a uno de sus generales para capturarlo
vivo.
14:3 Este partió y derrotó al ejército de Demetrio; lo tomó
prisionero y lo llevó ante Arsaces, el cual lo hizo encarcelar.
Elogio de Simón
14:4 Mientras vivió Simón, el país de Judá gozó de paz.
Él procuró el bienestar de la nación;
su autoridad y su magnificencia
fueron siempre aceptadas por todos.
14:5 Añadió a sus muchas acciones gloriosas,
la conquista de Jope como puerto,
y abrió una salida hacia las islas del mar.
14:6 Extendió las fronteras de su nación
y tuvo el país en sus manos.
14:7 Repartió numerosos cautivos;
conquistó Gázara, Betsur y la Ciudadela,
y las purificó de toda impureza,
sin encontrar ninguna resistencia.
14:8 Se cultivaba la tierra en paz,
el suelo producía sus cosechas
y los árboles de la llanura sus frutos.
14:9 Los ancianos se sentaban en las plazas,
todos comentaban el bienestar reinante,
y los jóvenes iban vestidos
con vistosos uniformes militares.
14:10 Abasteció de víveres a las ciudades
y las dotó de medios para su defensa,
de manera que el renombre de su gloria
llegó hasta los confines de la tierra.
14:11 Restableció la paz en su nación,
con gran regocijo de Israel:
14:12 cada uno se sentó bajo su parra
y su higuera
sin que nadie los inquietara.
14:13 Los enemigos desaparecieron del país
y en aquellos días fueron derrotados
los reyes.
14:14 Amparó a los humildes de su pueblo,
observó fielmente la Ley
y eliminó a los impíos y a los malvados.
14:15 Dio nuevo esplendor al Templo
y lo enriqueció con muchos vasos
sagrados.
Renovación de la amistad con Esparta y Roma
14:16 Cuando se supo en Roma y en Esparta que Jonatán había
muerto, lo sintieron mucho.
14:17 Pero al enterarse que su hermano Simón lo había
sucedido como Sumo Sacerdote y había asumido el gobierno del país y de sus
ciudades,
14:18 le escribieron en planchas de bronce para renovar con
él el pacto de amistad que habían establecido con sus hermanos Judas y Jonatán.
14:19 El texto fue leído en Jerusalén delante de la
asamblea.
14:20 Esta es la copia de la carta enviada para los
espartanos: "Los magistrados y la ciudad de los espartanos saludan al Sumo
Sacerdote Simón, a los ancianos, a los sacerdotes y al resto del Pueblo judío,
nuestros hermanos.
14:21 Los embajadores enviados a nuestro pueblo nos han
informado acerca de la gloria y el prestigio de ustedes. Por eso nos hemos
alegrado de su venida.
14:22 Hemos registrado sus declaraciones en las actas del
pueblo en los siguiente términos: Numenio, hijo de Antíoco, y Antípatros, hijo
de Jasón, embajadores de los judíos, se han presentado para renovar su amistad
con nosotros.
14:23 Fue del agrado del pueblo recibirlos con todos los
honores y depositar la copia de sus discursos en los archivos públicos, para
que sirva de recuerdo al pueblo espartano. Se ha sacado una copia de esto para
el Sumo Sacerdote Simón".
14:24 Después, Simón envió a Roma a Numenio con un gran
escudo de oro que pesaba mil minas, para confirmar el pacto con ellos.
Decreto de la asamblea en honor de Simón
14:25 Al enterarse de estas cosas, el pueblo dijo:
"¿Cómo expresaremos nuestro reconocimiento a Simón y a sus hijos?
14:26 Porque tanto él como sus hermanos y toda la familia de
su padre han combatido con firmeza y expulsado a los enemigos de Israel, y le
han asegurado la libertad". Entonces hicieron grabar una inscripción en
planchas de bronce y las fijaron sobre unas columnas en el monte Sión.
14:27 Esta es la copia de la inscripción: "El día
dieciocho del mes de Elul del año ciento setenta y dos —el tercero de Simón,
Sumo Sacerdote insigne— en Asaramel,
14:28 en la gran asamblea de los sacerdotes, del pueblo, de
los príncipes de la nación y de los ancianos del país, se nos ha notificado lo
siguiente:
14:29 En los incesantes combates librados en nuestro país, Simón,
hijo de Matatías, descendiente de la familia de Joarib, y sus hermanos,
afrontaron el peligro y se opusieron a los enemigos de su patria, a fin de
preservar su Santuario y su Ley: así cubrieron de gloria su nación.
14:30 Jonatán unificó a su nación y llegó a ser Sumo
Sacerdote, hasta que fue a reunirse con sus padres.
14:31 Cuando los enemigos quisieron invadir el país para
devastarlo y levantar su mano contra el Santuario,
14:32 surgió Simón y combatió por su pueblo. Él invirtió
gran parte de su fortuna en equipar a los soldados de su nación y pagarles el
sueldo;
14:33 fortificó las ciudades de Judea y la ciudad fronteriza
de Betsur, donde antes estaba el arsenal enemigo, y estableció allí una
guarnición judía.
14:34 También fortificó a Jope, en la orilla del mar, y a
Gázara en la frontera de Azoto, donde antes habitaban los enemigos, y
estableció en ella una población judía, proveyéndola de todo lo necesario para
su mantenimiento.
14:35 El pueblo, al ver la lealtad de Simón y cómo se
interesaba por la gloria de su nación, lo constituyó su jefe y Sumo Sacerdote
por todos los servicios que había prestado, por la justicia y la fidelidad que
manifestó hacia su nación y por haber buscado de todas las formas posibles la
exaltación de su pueblo.
14:36 En su tiempo y bajo su conducción, se logró expulsar a
los extranjeros del país, en especial, a los que se encontraban en la Ciudad de
David, en Jerusalén. Allí habían construido una Ciudadela, de la que salían
para profanar los alrededores del Santuario causando graves ultrajes a su
santidad.
14:37 Simón puso en ella soldados judíos, la fortificó para
seguridad del país y de la ciudad, y elevó los muros de Jerusalén.
14:38 Por estos motivos, el rey Demetrio lo confirmó en el
sumo sacerdocio
14:39 y lo hizo uno de sus Amigos, colmándolo de grandes
honores.
14:40 Él se había enterado, en efecto, que los romanos
llamaban a los judíos amigos, aliados y hermanos, y que habían recibido con
todos los honores a los embajadores de Simón.
14:41 Supo también que los judíos y los sacerdotes habían
decidido que Simón fuera su jefe y Sumo Sacerdote vitalicio, hasta que surgiera
un profeta digno de fe;
14:42 que fuera asimismo su comandante, que se ocupara del
Lugar santo y designara por sí mismo a los encargados de los trabajos, de la
administración del país, de los asuntos militares y de las plazas fuertes;
14:43 que cuidara de las cosas santas y fuera obedecido por
todos; que todos los documentos del país se redactaran en su nombre y que se
vistiera de púrpura y llevara insignias de oro.
14:44 A nadie del pueblo ni de los sacerdotes le estará
permitido violar estas disposiciones, contradecir sus ordenes, celebrar
asambleas en el país sin su autorización, vestir de púrpura o llevar un
prendedor de oro.
14:45 Todo el que obre contrariamente a estas decisiones, o
viole alguna de ellas, será pasible de sanción.
14:46 El pueblo entero estuvo de acuerdo en conceder a Simón
el derecho de obrar conforme a estas disposiciones.
14:47 Simón aceptó, y consintió en ejercer el sumo
sacerdocio, en ser comandante y etnarca del Pueblo judío y de los sacerdotes, y
en ponerse al frente de ellos".
14:48 Se decidió que este documento fuera grabado en
planchas de bronce, que estas fueran colocadas cerca del Santuario, en un lugar
visible,
14:49 y que se guardaran copias en el Tesoro del Templo a
disposición de Simón y de sus hijos.
CAPÍTULO 15
Carta de Antíoco VII, reconociendo los títulos de Simón
15:1 Antíoco, hijo del rey Demetrio, envió desde las islas
del mar una carta a Simón, sacerdote y etnarca de los judíos, y a toda la
nación,
15:2 redactada en los siguientes términos: "El rey
Antíoco saluda a Simón, Sumo Sacerdote y etnarca, y a la nación de los judíos.
15:3 Puesto que gente indeseable ha usurpado el trono de mis
padres, yo estoy dispuesto a hacer valer mis derechos sobre el reino, a fin de
restablecerlo como estaba antes. A tal efecto, he reclutado un ejército
numeroso y equipado barcos de guerra,
15:4 con la intención de desembarcar en el país para
perseguir a los que lo han arruinado y han devastado muchas ciudades de mi
reino.
15:5 Por eso, ahora ratifico todas las exenciones de
tributos que te concedieron mis predecesores, y las otras dispensas de
contribuciones que ellos te otorgaron.
15:6 Te autorizo, además, a acuñar moneda propia, de curso
legal en tu país.
15:7 Jerusalén y el Santuario serán libres. Las armas que
has fabricado y las fortalezas que has construido y ocupas, quedarán en tu
poder.
15:8 A partir de este momento, se te condona todo lo que
adeudas al tesoro real y todo lo que adeudarás en el futuro.
15:9 Y cuando hayamos reconquistado nuestro reino, te
colmaremos a ti, a tu pueblo y al Santuario de tales honores, que tu gloria
será conocida en toda la tierra".
Campaña de Antíoco VII contra Trifón
15:10 El año ciento setenta y cuatro Antíoco partió para el
país de sus padres; todas las tropas se pusieron de su parte, de manera que
sólo unos pocos quedaron con Trifón.
15:11 Antíoco lo persiguió y Trifón se refugió en Dora, a
orillas del mar,
15:12 porque veía que había caído en desgracia y que las
tropas lo habían abandonado.
15:13 Antíoco acampó frente a Dora con ciento veinte mil
soldados de infantería y ocho mil jinetes.
15:14 Luego sitió la ciudad, mientras la escuadra se
aproximaba por el mar. De esa manera bloqueó la ciudad por tierra y por mar,
sin dejar que nadie entrara o saliera.
Promulgación de la alianza con los romanos
15:15 Mientras tanto, Numenio y su comitiva regresaron de
Roma con cartas para los reyes de los diversos países, en las que se decía:
15:16 "Lucio, cónsul de los romanos, saluda al rey
Tolomeo.
15:17 Los embajadores judíos, enviados por el Sumo Sacerdote
Simón y por el Pueblo judío, se han presentado a nosotros como amigos y
aliados, para renovar el antiguo pacto de amistad,
15:18 trayéndonos un escudo de oro de mil minas.
15:19 En consecuencia, nos ha parecido bien escribir a los
reyes de los diversos países que no les hagan ningún daño ni los ataquen, ni a
ellos ni a sus ciudades ni a su país, y que no presten apoyo a sus enemigos.
15:20 También hemos decidido aceptar de ellos el escudo.
15:21 Por lo tanto, si se encuentra entre ustedes algún
hombre indeseable que haya huido del país de los judíos, entréguenlo al Sumo
Sacerdote Simón, para que lo castigue de acuerdo con su ley".
15:22 Cartas iguales fueron remitidas al rey Demetrio, a
Atalo, a Ariarates, a rasases
15:23 y a todos los países, a saber: Sámpsamo, Esparta,
Delos, Mindos, Sición, Caria, Samos, Panfilia, Licia, Halicarnaso, Rodas,
Fasélida, Cos, Side, Arados, Gortina, Cnido, Chipre y Cirene.
15:24 Redactaron, además, una copia de esta carta para el
Sumo Sacerdote Simón.
Los reclamos de Antíoco VII a Simón
15:25 Mientras tanto, el rey Antíoco continuaba el sitio de
Dora, acampando en los suburbios de la ciudad, lanzando incesantemente sus
tropas contra ella y construyendo máquinas de guerra. Tenía bloqueado a Trifón
y nadie podía entrar ni salir.
15:26 Simón le envió dos mil hombres elegidos para ayudarlo
en la lucha, además de plata, oro y abundante material.
15:27 Pero él no quiso aceptar el envío; más aún, anuló las
concesiones que le había hecho antes y se mostró hostil con él.
15:28 Además, le envió a Atenobio, uno de sus Amigos, para
transmitirle el siguiente mensaje: "Ustedes ocupan Jope, Gázara y la
Ciudadela de Jerusalén, que son ciudades de mi reino.
15:29 Han devastado su territorio, causando graves daños al
país, y se han adueñado de muchos lugares de mi reino.
15:30 Devuélvanme ahora mismo las ciudades que han tomado y
los impuestos de los lugares ocupados fuera de las fronteras de Judea.
15:31 De lo contrario, paguen en compensación quinientos
talentos de plata, y otros quinientos talentos como indemnización por los daños
causados y por los tributos de las ciudades. Si no, iremos a atacarlos".
15:32 Cuando Atenobio, el Amigo del rey, llegó a Jerusalén
quedó asombrado al ver la magnificencia de Simón, su aparador con vajilla de
oro y plata y toda la fastuosidad que lo rodeaba. Entonces le transmitió el
mensaje del rey,
15:33 y Simón respondió: "Nosotros no nos hemos
apoderado de tierras ajenas ni nos hemos apropiado de los bienes de otros, sino
de la herencia de nuestros padres. Nuestros enemigos la retuvieron injustamente
en un momento dado,
15:34 pero nosotros, al presentarse la ocasión favorable la
hemos recuperado.
15:35 En cuanto a Jope y a Gázara, las ciudades que tú reclamas,
eran ellas precisamente las que causaban graves daños al pueblo y asolaban el
país. A pesar de todo, te daremos por ellas cien talentos". Atenobio no le
respondió nada,
15:36 sino que regresó muy indignado y transmitió la
respuesta al rey, informándolo acerca de la magnificencia de Simón y de todo lo
que había visto. Y el rey se enojó muchísimo.
Incursiones de Cendebeo en Judea
15:37 A todo esto, Trifón había huido a Ortosia en un barco.
15:38 El rey designó a Cendebeo comandante en jefe de la zona
marítima y le entregó tropas de infantería y caballería.
15:39 Le mandó acampar frente a Judea, reconstruir Cedrón,
reforzar sus puertas y hacer la guerra al pueblo, mientras el rey trataba de
alcanzar a Trifón.
15:40 Cuando Cendebeo llegó a Iamnia, comenzó a hostigar al
pueblo, haciendo incursiones por Judea, tomando prisioneros y dando muerte a
gente del pueblo.
15:41 También reconstruyó Cedrón, y puso en ella tropas de
caballería e infantería para incursionar por los caminos de Judea, como el rey
se lo había ordenado.
CAPÍTULO 16
Victoria de los hijos de Simón sobre Cendebeo
16:1 Juan subió desde Gázara a contar a su padre Simón lo
que estaba haciendo Cendebeo.
16:2 Simón llamó entonces a sus dos hijos mayores, Judas y
Juan, y les dijo: "Yo, mis hermanos y la familia de mi padre hemos
combatido a los enemigos de Israel desde nuestra juventud hasta el día de hoy,
y gracias a nosotros se logró más de una vez la liberación de Israel.
16:3 Pero ahora estoy viejo, mientras que ustedes, por la
misericordia del Cielo, están en la mejor edad. Ocupen mi puesto y el de mi
hermano, salgan a combatir por nuestra nación y que la ayuda del Cielo esté con
ustedes".
16:4 Después seleccionó veinte mil combatientes y jinetes
del país, y estos partieron para atacar a Cendebeo. Pasaron la noche en Modín
16:5 y, al amanecer, se levantaron y avanzaron hacia la
llanura. De pronto divisaron un numeroso ejército, compuesto de soldados y jinetes,
que venía a su encuentro. Entre ellos se interponía un torrente.
16:6 Juan tomó posiciones con sus tropas frente al enemigo
y, advirtiendo que sus hombres tenían miedo de pasar el torrente, lo pasó él
primero. Al verlo, todos los demás lo siguieron.
16:7 Él había dividido su ejército en dos cuerpos, poniendo
la caballería en medio de la infantería, porque la caballería del enemigo era
muy numerosa.
16:8 En seguida tocaron las trompetas, y Cendebeo fue
derrotado con todo su ejército. Muchos de ellos murieron y los restantes
huyeron en dirección a la fortaleza.
16:9 Entonces fue herido Judas, el hermano de Juan. Este los
persiguió hasta que Cendebeo entró en Cedrón, la fortaleza que había
reconstruido.
16:10 Algunos huyeron también a las torres de los campos de
Azoto. Juan las incendió, y murieron unos dos mil enemigos. Luego Juan regresó
a Judea sano y salvo.
Muerte de Simón y sucesión de Juan
16:11 Tolomeo, hijo de Abubos, había sido designado
comandante de la llanura de Jericó y poseía mucha plata y oro
16:12 por ser yerno del Sumo Sacerdote.
16:13 Su corazón se ensoberbeció tanto que aspiró a
adueñarse del país, y por eso maquinaba pérfidamente la manera de eliminar a
Simón y a sus hijos.
16:14 Una vez, mientras Simón inspeccionaba las ciudades del
país y se ocupaba de su administración, bajó a Jericó, con sus hijos Matatías y
Judas. Era en el undécimo mes, el mes de Sabat, del año ciento setenta y siete.
16:15 El hijo de Abubos los recibió dolosamente en la
pequeña fortaleza llamada Doc, que él había hecho construir. Allí les sirvió un
gran banquete, a la vez que les preparaba una emboscada.
16:16 Cuando Simón y sus hijos estuvieron ebrios, Tolomeo y
sus hombres se levantaron, empuñaron sus armas, se precipitaron sobre Simón en
la sala del banquete y lo mataron, junto con sus dos hijos y algunos de sus
servidores.
16:17 Así cometió una grave traición, devolviendo mal por
bien.
16:18 Luego Tolomeo escribió un informe al rey acerca de lo
sucedido, pidiéndole que le enviara tropas en su auxilio y que le cediera las
ciudades y el país.
16:19 Además, mandó otros emisarios a Gázara con el encargo
de matar a Juan y envió cartas a los oficiales del ejército, invitándolos a
reunirse con él para obsequiarles oro, plata y otros regalos.
16:20 Finalmente, envió algunos hombres para que ocuparan
Jerusalén y la montaña del Templo.
16:21 Pero alguien se adelantó y anunció a Juan en Gázara
que su padre y sus hermanos habían muerto, y añadió: "Ha enviado gente
para matarte también a ti".
16:22 Esta noticia lo dejó consternado. Entonces mandó
arrestar a los hombres que venían a matarlo y los hizo ejecutar, porque sabía
que pretendían asesinarlo.
Conclusión
16:23 El resto de las acciones de Juan, sus guerras y las
hazañas que llevó a cabo, las murallas que construyó, sus hechos y sus gestas,
16:24 todo esto está escrito en los Anales de su
pontificado, a partir del día en que sucedió a su padre como Sumo Sacerdote.